lunes, 29 de agosto de 2011

EDUCACION: "Educación y valores", por Gastón Soublette. El Mercurio, 29 de agosto de 2011.

El debate sobre la educación en Chile muestra la "hilacha" del subdesarrollo de nuestra sociedad en el hecho de que pocos, o nadie en este país, se plantean siquiera la necesidad de definir el concepto de "calidad" en educación en términos valóricos, como bien lo hace notar la señora Florencia Larraín V. en la edición de "El Mercurio" del domingo 21 de agosto. Por eso, expertos como el señor Francisco Marmolejo, director del Consorcio para la Colaboración de la Educación Superior en América Latina, vienen aquí con aura de profeta a repetir la gastada fórmula de que la educación superior está dirigida al desarrollo del país, poniendo énfasis en la competitividad y privilegiando las carreras técnicas.
En contra de esa fórmula -destinada a reforzar la inconciencia que priva al estudiante de la noción del sentido de la vida y del destino trascendente del hombre-, el Papa Benedicto XVI, en su reciente visita a España, ante un auditorio de profesores y estudiantes, criticó enérgicamente lo que él llamó una visión "utilitaria" de la educación, destinada sólo a satisfacer una demanda laboral, advirtiendo sobre las consecuencias "dramáticas" de un utilitarismo sin ética: "desde los abusos de una ciencia sin límites, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder".
En su encendida alocución, dijo también el Papa: "La universidad encarna un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías ni por servilismos a una lógica utilitaria de simple mercado, que ve al hombre como un mero consumidor". En este sentido, el pontífice pidió a docentes y estudiantes que recuperen el concepto de universidad como "un camino hacia la verdad". Porque es obvio que una excelencia académica capaz de producir profesionales excelentes en su especialidad, está lejos de garantizar la calidad interior y ética de las personas. Una universidad de verdad debe considerar al estudiante no sólo como un receptor del saber. El estudiante necesita una guía para su desarrollo espiritual, psíquico y ético. Tal es el ideal propuesto por Benedicto XVI en su alocución a docentes y alumnos.

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