lunes, 29 de agosto de 2011

EDUCACION: "Educación y valores", por Gastón Soublette. El Mercurio, 29 de agosto de 2011.

El debate sobre la educación en Chile muestra la "hilacha" del subdesarrollo de nuestra sociedad en el hecho de que pocos, o nadie en este país, se plantean siquiera la necesidad de definir el concepto de "calidad" en educación en términos valóricos, como bien lo hace notar la señora Florencia Larraín V. en la edición de "El Mercurio" del domingo 21 de agosto. Por eso, expertos como el señor Francisco Marmolejo, director del Consorcio para la Colaboración de la Educación Superior en América Latina, vienen aquí con aura de profeta a repetir la gastada fórmula de que la educación superior está dirigida al desarrollo del país, poniendo énfasis en la competitividad y privilegiando las carreras técnicas.
En contra de esa fórmula -destinada a reforzar la inconciencia que priva al estudiante de la noción del sentido de la vida y del destino trascendente del hombre-, el Papa Benedicto XVI, en su reciente visita a España, ante un auditorio de profesores y estudiantes, criticó enérgicamente lo que él llamó una visión "utilitaria" de la educación, destinada sólo a satisfacer una demanda laboral, advirtiendo sobre las consecuencias "dramáticas" de un utilitarismo sin ética: "desde los abusos de una ciencia sin límites, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder".
En su encendida alocución, dijo también el Papa: "La universidad encarna un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías ni por servilismos a una lógica utilitaria de simple mercado, que ve al hombre como un mero consumidor". En este sentido, el pontífice pidió a docentes y estudiantes que recuperen el concepto de universidad como "un camino hacia la verdad". Porque es obvio que una excelencia académica capaz de producir profesionales excelentes en su especialidad, está lejos de garantizar la calidad interior y ética de las personas. Una universidad de verdad debe considerar al estudiante no sólo como un receptor del saber. El estudiante necesita una guía para su desarrollo espiritual, psíquico y ético. Tal es el ideal propuesto por Benedicto XVI en su alocución a docentes y alumnos.

domingo, 28 de agosto de 2011

LECTURA: ¿Derechos de autor?, por Ignacio Valente. El Mercurio, 28 de agosto de 2011.

No, no cuestiono los derechos de propiedad intelectual, sino otro derecho que ciertos autores (narradores) se arrogan, esta vez en su relación con el lector: el derecho a ser leídos más allá de las primeras veinte o treinta páginas de su relato, cuando éstas no le han suministrado el estímulo verbal suficiente para seguir leyendo. Como si el pobre lector tuviera, por su parte, el deber de hacerlo, en nombre de ¿la paciencia?, ¿la cultura?, ¿el precio del volumen?, ¿el masoquismo?
Cada vez me siento más intolerante al respecto, así se trate de autores famosos o sumamente recomendados. En las últimas semanas he dejado a medio camino -o mucho antes- obras de Julian Barnes y de Philippe Claudel, de Yasunari Kawabata y de John Updike.
Es cierto que incluso grandes escritores, como Balzac en algunas de sus novelas, nos llevan hasta el límite de la paciencia con su entrada morosa, sus antecedentes, sus presentaciones de lugar, tiempo y personajes, con sus preámbulos y preparativos del material. El mismísimo capítulo inicial de El señor de los anillos incurre, por motivos de erudición, en una falta de este tipo, y por eso recomiendo leerlo en diagonal, ojearlo o simplemente saltárselo. Pues el que tiene derechos adquiridos en este caso es el lector: ¡vivan los derechos de lector! Si el autor se lo quiere ganar, que se dé prisa en hacerlo cuanto antes, en interesarlo, ¡en atraparlo y no soltarlo, pues el lector es un espécimen esquivo por naturaleza!
Años atrás se me ocurrió que estaba tratando con frivolidad a los novelistas españoles del siglo XIX: tras haber cumplido con Pereda, Pérez Galdós o la Pardo Bazán mis deberes escolares de juventud, que no dejaron mayor huella en mí, decidí intentar de nuevo la lectura de alguna obra emblemática, y tomé la que pasa por ser la mejor de ese ciclo, La regenta de Leopoldo Alas, Clarín. Pues bien, a poco andar se me cayó de las manos. Nunca más he hecho el intento. Alguien -un alma de buena voluntad- me sugirió que volviera a hacerlo, por razones de... cultura general. ¡Qué inocencia, caramba! (Era una persona joven e inculta.) Tras agradecerle el consejo por motivos de buena crianza, tuve que decirle sin piedad: por favor, menos cultura y más placer, general o particular. ¡Pobres profesores de castellano! Y ¡pobres alumnos!
Yo no reivindico mi derecho de lector, a saber, el derecho a no aburrirme, en nombre de la entretención, sino de la literatura, y eso en la medida en que puedan separarse, porque nada hay más entretenido que la humanidad capturada dentro del lenguaje, la secuencia, los diálogos, los buenos caracteres...: la calidad literaria, en suma. De vez en cuando he incursionado en algún bestseller con fama de entretenido, pero no considerado de lleno en la categoría de literatura: no fuera a ser que estuviera yo cayendo en algún purismo académico (que me resulta odioso). Tomé el año pasado una exitosa novela de espionaje, cuyo título no recuerdo, aunque sí su famoso autor, John Le Carré. Pues bien, con todo respeto por los lectores que se entretienen con él, yo tuve que dejar aquel novelón antes de llegar a las treinta páginas: me aburrió porque, entretenido o no, y aunque bien redactado y quizá bien armado, carecía de esa entretención superior que es la calidad narrativa.
Yo disfrutaba mucho de la lectura y de la relectura en mis tiempos de crítica literaria semanal, pero a veces tenía que aburrirme por deber de estado, al hacerme cargo de obras renombradas que sobre la marcha me parecían deficientes, y que seguía leyendo -qué remedio- justamente para dejar constancia de sus carencias. Pero en los últimos años, libre ya de ese deber y leyendo por placer -aunque no sin espíritu crítico, espero-, ya no concedo a ningún narrador el derecho a aburrirme, así sea un Premio Nobel como Claude Simon, Naguib Mahfuz o Dario Fo si, tras un número prudente (y cada vez menor) de páginas, no logró cautivarme. Allá él. ¿Y si una novela cobra vuelo desde la página cien?, me preguntó alguien. Y yo: demasiado tarde, "que para tu voz dormida/ ya está mi puerta cerrada". A esas alturas el novelista perdió su derecho de autor.

jueves, 25 de agosto de 2011

PSICOLOGÍA: "Hacer ejercicio a diario mejora el ánimo de personas con depresión". El Mercurio, 25 de agosto de 2011.

Un estudio de cuatro años realizado por investigadores estadounidenses establece que la práctica diaria de ejercicio, en niveles moderados a intensos, puede ser tan útil como el uso de un segundo medicamento en casi la mitad de los pacientes con depresión en quienes el uso de un único antidepresivo no ha sido exitoso.
En la investigación realizada por un equipo de la Universidad de Texas, con financiamiento del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., a los participantes se les pidió realizar ejercicio sobre cintas para trotar, bicicletas estáticas o ambas cosas.
Además, llevaban un registro online de la frecuencia y duración de las sesiones, así como reuniones con un psiquiatra.
Al final del estudio, casi el 30% de los pacientes alcanzó una remisión completa de su depresión, y otro 20% mostró una mejoría significativa, según los autores. En promedio, los pacientes -con edades entre los 18 y 70 años- tenían un historial de depresión de siete años.
Moderado o intenso
"Muchas personas que empiezan a tomar un medicamento antidepresivo se sienten mejor después de haber comenzado el tratamiento, pero todavía no se sienten del todo bien o tan bien como lo estaban antes de que cayeran en una depresión", explica el director del estudio y profesor de psiquiatría, Madhukar Trivedi.
En cambio, los resultados del estudio sugieren que la adición de una rutina regular de ejercicio, en combinación con medicamentos prescritos por el médico, puede aliviar completamente los síntomas de un trastorno depresivo mayor.
"Este es un hallazgo importante, porque se ha visto que el tipo de ejercicio que se necesita depende de las características específicas del paciente, lo que demuestra que los tratamientos pueden necesitar ser adaptados a cada persona", precisa el especialista.
En el estudio, los autores observaron que el ejercicio moderado es más eficaz para las mujeres con antecedentes familiares de enfermedad mental, mientras que el ejercicio intenso es más útil para aquellas cuyas familias no tienen un historial de la enfermedad.
Por su parte, para los hombres el ejercicio intenso es el más eficaz, independiente de otras características del paciente.
La investigación, que fue financiada por el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., aparece en el último número del Journal of Clinical Psychiatry.

miércoles, 24 de agosto de 2011

ARTE: "Existe en "La última cena" de Da Vinci, una composición musical". Yahoo, 18 de agosto de 2011.

El músico italiano Giovanni Maria Pala, estudioso del famoso cuadro "La última cena", de Leonardo Da Vinci, está convencido de que dicha pieza esconde una partitura, esconde una partitura, un réquiem que bien podría ser un himno a Dios.
Considera el investigador que a través de las hogazas de pan que se encuentran en la mesa y las manos de los comensales (Jesús y los 12 apóstoles), publicó Yahoo en su Cuaderno de Historias, un artículo de Alfred López.
Pala lo demostró trazando las cinco líneas de un pentagrama, cruzando el cuadro y marcando cada elemento (panes y manos) como una nota musical, lo cual conforma una partitura con una pieza de 40 segundos.
En el primer intento no lo logró, pero decidió estudiar más profundamente el cuadro y consideró las manos de los apóstoles como notas, además de los trozos de pan e interpretó el pentagrama de derecha a izquierda, siendo coherentes con la forma que tenía Leonardo da Vinci de escribir.
El hecho de que los apóstoles representados en el cuadro se agrupen de tres en tres, le hizo pensar en la posibilidad de que el ritmo fuera 3/4, como mucha de la música del siglo XV.

domingo, 21 de agosto de 2011

LECTURA: "El príncipe destronado", por Miguel Delibes.

Quico es un niño de tres años, que ha pasado a segundo lugar luego del nacimiento de una hermana menor. El autor relata en tercera persona el transcurso de un día en casa de Quico, describiendo su comportamiento y haciéndonos imaginar su perspectiva de las cosas, en medio de cuatro hermanos, sus padres, y las empleadas de la casa. En su dificultad para no mojar sus pantalones, sus ocurrencias, su majadería para relatar lo que ha visto o le han contado, y hasta en sus mentiras, se trasluce un reclamo de atención, de cariño, y sobre todo una necesidad urgente de cercanía de la mano de su madre, como única arma para disipar todos sus temores. Recomendable, aunque menos que el anterior. Muy oportuno para madres que estén viviendo el nacimiento y primera infancia de un segundo hijo.

jueves, 18 de agosto de 2011

PSICOLOGÍA: "La felicidad en 12 preguntas", por Margarita Allende, Psicóloga PUC.

1) ¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD? En uno mismo. Tiene que ver con la actitud con la que enfrentamos la vida. No elegimos lo que nos toca vivir, pero sí cómo vivirlo.
2) ¿SE DESARROLLA? Todos los días. Vivir es caerse, levantarse e ir aumentando nuestra flexibilidad, optimismo y, muy importante, el humor. Dar sentido a cada cosa que uno hace y disfrutarlo, porque, al final, la felicidad es algo de cada instante.
3) Y ESTO, ¿CÓMO SE HACE? Viviendo, la experiencia enseña. Vivir con realismo te hace más feliz, porque la vida se compone de momentos felices y tristes. La felicidad tiene que ver con enfrentar la vida de manera realista. La vida está hecha de buenas y malas elecciones, y cada uno es dueño de hacer y de vivir la propia vida.
4) ¿TIENE QUE VER CON ALCANZAR METAS? Sí, pero también tiene que ver con trascendencia.
5) ¿LA INSEGURIDAD FRENA…? En la vida tienes dos alternativas: hacerle caso a tu inseguridad, que te limita, o ser dueña de ti misma y de tu vida… Ahí está la decisión. Tú puedes manejar tu vida con las fortalezas y las debilidades y decidir cómo vivir y cómo hacer frente a los problemas, ahí está la felicidad.
6) ¿LA BELLEZA Y LA SALUD DAN FELICIDAD? Las mujeres nos estamos tragando que la estética es esencial para ser feliz. Como si tuviéramos como mujeres perfectas, negando la realidad que implica el paso del tiempo. Es bonito cuando el cuerpo se gasta por haber vivido tanto.
7) ¿UN LIBRO…?Dos. “La vida lograda”, de Alejandro Llano; y “La mujer” de Edith Stein. El primero hace un planteamiento muy realista de lo que es la vida y lo que es la felicidad, y el segundo habla de la mujer y de su trascendencia en esta vida.
8) ¿PARA EL CANSANCIO? Dormir, hacer deporte y estar con quienes queremos.
9) ¿PARA EL AGOBIO? Reflexionar, pensar y preguntarnos qué nos afecta y como solucionarlo.
10) ¿PARA EL DESÁNIMO? Disfrutar de las cosas pequeñas del día y ser positivas.
11) ¿AUSENCIA DE INCENTIVOS? Soñar un poco y fijar proyectos alcanzables.
12) ¿ANTE UN FRACASO? Asumir con responsabilidad y corregir. Darse cuenta de nuestras imperfecciones ayuda a mejorar.

LECTURA: "Señora de rojo sobre fondo gris", por Miguel Delibes.

Un prestigioso pintor, sumergido en una crisis creativa, relata a su hija los recuerdos de su mujer ya muerta. La narración muestra el contraste entre su propia forma de ser y la de su señora, quien -llena de vitalidad- siempre había sido un motor para su vida. Dotado de detalles muy humanos, el relato retrata magistralmente a la mujer y nos hace hasta admirarla y quererla junto a su marido. Uno de los peores episodios que a él le toca vivir es el momento en que otro pintor la retrata en "Señora de rojo sobre fondo gris"; se recrimina por no haber sido él quien captara la esencia de su propia esposa. Sin embargo, en este monólogo él se redime, con un cuadro de las mismas tonalidades, pero que supera al primero, pues se trata de la vida misma. Muy recomendable.

jueves, 11 de agosto de 2011

TECNOLOGÍA: "Cómo internet está cambiando nuestra manera de pensar", por Sebastián Urbina. El Mercurio, 11 de agosto de 2011.

Es una de las actividades que quizás se está haciendo más rutinaria en la sociedad actual. Pero el escritor estadounidense Nicholas Carr cree que cuando alguien navega por internet, la realidad es que queda atrapado en un remolino de información que, a lo largo de una cadena enorme de links, arrastra al usuario -apelando a su curiosidad- a una interminable búsqueda que le hace perder el tiempo y le impide profundizar en el tema que le interesa.
El límite entre una internet que soluciona nuestras dudas con un simple clic en el mouse y otra que fomenta el picoteo rápido y distraído de pequeños fragmentos de información sacados de múltiples fuentes, no es claro para Carr, aunque para él la red tiende a favorecer la segunda alternativa. Así lo plantea en su libro "¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?", best seller de The New York Times, finalista del premio Pulitzer 2011 y que ya se vende en Chile.
Y aunque la polémica hipótesis de Carr cuenta con muy buenos argumentos, no todos la comparten. Los especialistas tienden a la moderación del "ni tanto, ni tan poco", y apuestan por informar y educar a las personas para hacer un mejor uso de la red.
Como el embarazo
"Quienes la usan bien, le pueden sacar gran provecho a internet, tanto en amplitud como en profundidad de la mirada", dice el psicólogo Max Möller, del Centro Terapéutico Cetep. En su opinión, esta tecnología ha reducido la capacidad de concentración de los más jóvenes, lo que los lleva a aburrirse y no leer. Pero también es un convencido de que eso se puede educar.
"Creo que lo mejor es informar de lo que sucede con internet", dice la neuróloga María Isabel Behrens, jefa de la Unidad de Trastornos Cognitivos de Clínica Alemana. Para ella las cosas dependen del contexto en que se dan: "A lo mejor cuando se publicaron los primeros libros hubo una discusión sobre que los niños se dedicaban a leer y no salían a jugar o a cazar".
En opinión de Behrens, hay cosas que no cambian. Hoy puede haber un acceso muy fácil a la información, pero las ideas y conceptos nuevos tienen su velocidad propia. "Es como el embarazo, que sigue durando nueve meses a pesar de los grandes progresos de la medicina. Uno puede decir que gracias a internet hay un aumento en el número de documentos y publicaciones, pero no sé si ha mejorado la calidad del contenido", advierte.
En el caso de los jóvenes, según Möller, al estar en una etapa de búsqueda de su identidad, su interés por ser parte de un grupo y acercarse a sus pares, los lleva a abusar de esta tecnología (ver recuadro).
Por eso, limitar el tiempo de uso de la red es una medida necesaria para que los adolescentes socialicen en persona con su familia y sus pares. "Al envejecer uno se hace más selectivo y maneja estas tecnologías a gusto. Por ejemplo, desconectar el teléfono", concluye Behrens.

El riesgo de adicción
Para el psicólogo Max Möller, la adicción a internet involucra el comportamiento de la persona y es tan grave como las drogas. "En Corea este problema se les ha disparado", dice. Por esto ahora existen talleres de prevención escolar, donde se realizan diferentes actividades y los profesores son los encargados de detectar los casos más graves. En EE.UU., en tanto, existen residencias campestres donde se estimula el contacto con la naturaleza, con excursiones y trabajando la tierra.

TECNOLOGÍA: "Vivir conectados a internet, mail y redes sociales está cambiando nuestro cerebro". El Mercurio, 12 de junio de 2010.

Estudios revelan habilidades que hemos ganado y otras que están en retirada:

Investigaciones muestran que el constante estímulo que recibimos desde dispositivos en línea y aparatos digitales tiene un impacto a nivel cognitivo.
Paula Leighton N. Suena el despertador y Carlos Verdugo (37, publicista), retoma la vida en línea. "Lo último que hago al acostarme es ver el mail, Twitter o Facebook, y al despertar vuelvo a revisarlos en el iPhone", cuenta.

Entre su casa y la oficina, Carlos suma cuatro computadores, tiene un blog, 1.209 amigos en Facebook, cerca de 1.100 seguidores en Twitter, una cuenta en Flickr, canal en YouTube, una cuenta en Foursquare y otras tantas en redes, cuyo nombre aun conoce sólo un puñado de personas. La hiperconectividad es lo suyo. Se define como un "early adopter". Su primer correo electrónico data de 1996, "cuando había que llamar por teléfono a la persona para avisarle que le habías mandado un mail", recuerda.

Su hija Camila (14) sigue sus pasos, y su hijo Carlitos, de 1 año 3 meses, ya es capaz de desbloquear el iPhone y poner música. "Sólo mi señora es 1.0", ríe.

Carlos y su familia podrían ser la sinopsis de un nivel de hiperconexión que está a la vuelta de la esquina.

El impacto -positivo y negativo- de estar siempre en línea no sólo se está reflejando en las relaciones interpersonales y laborales. También el cerebro acusa cambios.

"Las tecnologías que usamos para encontrar, almacenar y compartir información pueden, literalmente, reenrutar nuestras vías neuronales", resume Nicholas Carr, experto estadounidense en las implicancias sociales y económicas de la tecnología, quien acaba de publicar "The shallows", un libro donde analiza "lo que internet le está haciendo a nuestro cerebro".

Según Carr, mientras en la era del libro impreso el cerebro humano se adaptó para focalizar la atención, promoviendo el pensamiento profundo y creativo, la era de internet nos ha acostumbrado a digerir sólo pequeños fragmentos de información.

"Nos estamos volviendo más adeptos a procesar información superficial y rápidamente, y estamos perdiendo nuestra capacidad de concentración, contemplación y reflexión", alerta.

Las consecuencias son variadas. En el trabajo, un usuario estándar de computadores cambia de ventana o revisa su email casi 37 veces por hora. Una hiperactividad que se traspasa a otros planos. "Las personas multitareas no pueden apagar esta tendencia cuando no están haciendo múltiples tareas", dijo a The New York Times Clifford Nass, quien ha investigado el fenómeno en la Universidad de Stanford. El resultado: una distracción permanente.

Un estudio del University College of London difundido en febrero comparó a adultos y adolescentes que buscaban información en internet. Para contestar, los jóvenes de 12 a 18 años recurrieron a la mitad de las páginas web que los adultos y dedicaron una sexta parte del tiempo que éstos. Una ventaja cuestionable, considerando que sus respuestas resultaron más incompletas. "Los adolescentes están perdiendo la capacidad de leer y escribir textos largos", fue una de las conclusiones del estudio, dirigido por el profesor David Nicholas.

Recableando el cerebro

Para Carlos no es raro. "Cuando se inventó la imprenta aparecieron las críticas porque se iba a acabar la tradición oral que transmitían los juglares. Y así ocurrió, pero evolucionamos. Ahora la gente lee menos o lee distinto, pero obtiene otras cosas que antes no tenía".

¿Será que a futuro no podremos leer de corrido un capítulo de un libro? En realidad no. "La plasticidad del cerebro permite que se modifique de acuerdo a las circunstancias que nos toca vivir", dice el doctor Francisco Aboitiz, jefe del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la U. Católica. Recuperar la capacidad de concentración es cosa de práctica. La hiperconexión, en tanto, nos aportará otras habilidades, dice.

"Llegaremos a tener una capacidad muy grande para hacer rápidos cambios atencionales y cognitivos frente a diversos estímulos; vamos a procesar la información más rápido, aunque tal vez nos volvamos menos perseverantes. Pero así es a medida que la historia evoluciona. Siempre nos vamos adaptando", concluye Aboitiz.

16,7 millonesde celulares existen en Chile. Prácticamente uno por persona.6,2 millonesde usuarios chilenos registraba Facebook en abril de 2010. La mayor penetración en la región (37,2%)2 millonesde conexiones a internet tiene el país según la Subtel. Esto equivale a 40% de los hogares. 500 mileran los abonados a internet móvil en febrero pasado.

Efectos

Imágenes cerebrales muestran que los usuarios de internet son más eficientes buscando información y que ciertos videojuegos desarrollan la agudeza visual.

jueves, 4 de agosto de 2011

CULTURA: "Chile gotea", por Cristián Warnken. El Mercurio, 4 de agosto de 2011.

¿Hay algo más chileno que una gotera? En "Días de campo", del cineasta Raúl Ruiz, una misma gotera, persistente y ubicua, va cambiando de lugar por las distintas "alas" de una amplia casa de adobe en el transcurso de la película. La gotera opera ahí como metáfora de un mundo rural en el que sobrevivíamos muy bien entre nuestra atávica precariedad y azar mágico ("será de Dios..."). Probablemente muchos chilenos trasplantados a otros países del mundo deben echar de menos esas goteras de las viejas, grandes y sombrías casas de amplios corredores. No sé si habrá goteras alemanas o suecas, pero no deben ser iguales a las nostálgicas goteras nuestras.

Me parecía que no iba a volver a escuchar nunca más el característico sonido de una de esas goteras que forman parte de nuestra infancia, cuando una gota cayendo dentro de un tiesto o "cacharro" podía concentrar la atención de un niño en la noche. En este Chile que quiere aspiracional y a veces presuntuosamente entrar en las grandes ligas, ese al que cada cierto tiempo le gusta verse narcisistamente en rankings y encuestas internacionales, una gotera sería mal vista. Sería mostrar la hilacha.

Por eso me sorprendió volver a encontrarme con estas atávicas compañeras de los inviernos fríos y monótonos de la zona central en un concierto de cámara en el Museo de Bellas Artes de esta ciudad. La invitación y el evento en cuestión eran dignos de elogio: un programa musical atractivísimo (Bach, Stravinsky y Beethoven), dirigido por un gran director chileno de trayectoria internacional. Un concierto gratuito, en un espacio público cargado de historia: el templo republicano de las Bellas Artes, de esos que levantaron en nuestro siglo XIX nuestros visionarios para los que la palabra "cultura" era más que una frase de llamada.

Pero el frío era mortuorio. Nada para calefaccionar, ni siquiera una criolla estufa a parafina. Afuera llovía, y la sala estaba "de bote a bote". Había un frío de morgue o de internado. Un frío muy santiaguino que cala hasta los huesos. Ahí, bajo la magnífica bóveda de vidrio y entre esculturas muy clásicas (que también parecían muertas de frío), la orquesta de cámara y el director, con todo su ímpetu de poseído por la música, no lograban derrotar a ese frío atávico. Los instrumentos comenzaron a desafinarse, y los heroicos violinistas y los chelistas de mágicos dedos ateridos parecían en cada movimiento de las partituras congelarse como extras de una pesadilla surrealista.

De pronto, el paciente director alzó, inquisitiva, su mirada hacia el techo. ¿Buscaba talvez la fuerza o el auxilio de la musiquilla de las altas esferas? No. Miraba estupefacto cómo desde la magnífica cúpula caían desvergonzadas, felices de encontrarse en este solemne escenario, las clásicas goteras chilenas. ¡Una seguidilla de pérfidas goteras en pleno allegro o adagio de una sinfonía de Beethoven! "La tempestad" de Beethoven no pudo llegar a su fin, hubo que terminar antes el concierto. Las goteras caían en gloria y majestad sobre nuestras cabezas, no como la metáfora de un mundo provinciano y perdido, sino como la prueba irrefutable de que nos está lloviendo sobre mojado. Esas goteras cayendo sobre las cuerdas y teclas de una impecable orquesta de cámara se me impusieron como el signo de una decadencia silenciosa, que detrás de las fachadas develaba las grietas de nuestra excelencia hecha pedazos.

Y tuve una visión o epifanía "chilensis": sentí que esa gotera no estaba sólo cayendo dentro del Museo de Bellas Artes, sino también de La Moneda, del Congreso y de las apolilladas sedes partidistas de distinto signo, por los intersticios de las instituciones de una República sin dirección, un barco a la deriva y a punto de naufragar en un mar de chascarros, chambonadas y desprolijidades sin nombre. Gotera País, gotera.cl, gotera chilena 2.0...