domingo, 18 de diciembre de 2011

FAMILIA: "Entregan los secretos para ser un matrimonio feliz y con hijos". Emol, 18 de diciembre de 2011.

Tener un hijo cambia la vida. La satisfacción y alegría que entrega es incomparable y vale la pena el esfuerzo, los desvelos, reuniones de apoderados, horas con el pediatra e incluso deudas inevitables que a veces se acarrean para tenerlos sanos y contentos.

Pero las cifras no mienten cuando dicen que tras la llegada de la descendencia, la relación marital puede verse algo afectada. La comunicación a veces se vuelve menos periódica y la vida sexual, un abismo inexplorado. Y repartirse las tareas de a quién le corresponde qué, en lo que se refiere al hogar y los niños, puede resquebrajar el amor.

Por eso, en Marriage Inc., una organización que intenta fomentar y preservar el matrimonio en Estados Unidos, lanzaron este mes su informe anual “The state of our unions: marriage in America”, titulado este año “When baby makes three” (cuando con la guagua son tres). Y quisieron analizar a esas parejas con hijos que son felices.

Así, encontraron las cualidades que parecen compartir todas ellas, y que son en primer lugar, la satisfacción sexual, el compromiso, la generosidad con el esposo, una buena actitud hacia la crianza de los hijos, y el apoyo social. Este último punto, sobre todo, se refiere a las madres.

En cuanto a la satisfacción en la sexualidad de la pareja, llamó la atención que aquellas esposas que decían tenerla en su relación, también aseguraron compartir de manera equitativa las tareas del hogar.

Asimismo, en el informe -realizado por Bradford Wilcox y Elizabeth Marquardt, ambos de instituciones que promueven el matrimonio-, se señaló que las personas solteras que tienen hijos son menos felices que las que están casadas.

En otro organismo The Family And Marriage Counseling (FMC) un directorio de terapeutas familiares a lo largo de Estados Unidos, la doctora Ellen Kreidman, experta en relaciones de pareja, entregó una serie de consejos que dice haber aprendido de cientos de matrimonios felices, que tienen hijos, para mantener una relación sana y estable.

“El mejor regalo que le puedes dar a tus hijos es una relación de amor con tu pareja. Los niños más felices y bien adaptados viven en un hogar donde la mamá y el papá se aman”, asegura la experta.

El secreto, dice, es que si bien las razones de la felicidad de cada padre podían variar, todos compartían el hecho de que su relación fuera la prioridad en sus vidas.

A eso, Kreidman agregó diez tips -bastante específicos en tiempo de duración- que dice haber adoptado ella misma, lo que le ha ayudado a mantener un feliz matrimonio por 37 años y tras haber criado a tres buenos hijos.

1.- Tengan al menos un beso de diez segundos al día: “Un beso en la mejilla dice ‘te amo’, pero diez segundos de un beso dice ‘todavía estoy enamorado/a de ti’”, comenta.

2.- Dense todos los días un abrazo de veinte segundos: Según Kreidman, se necesitan cinco segundos para bloquear lo que los rodea y concentrarse solo en ustedes dos. Los otros quince segundos son para enviar el amor desde el corazón.

3.- Dile un cumplido diario: La doctora recomienda que antes de quedarte dormido/a verifiques si ese día halagaste en algo a ti pareja. Si te das cuenta que no, al otro día le debes dos cumplidos.

4.- Destinen al menos 30 minutos de conversación ininterrumpida: La importancia de obligarse a darse un tiempo para conversar acerca del día, de las preocupaciones y momentos buenos que se viven por separado, es que no pase que en un futuro, tras semanas o meses de mala comunicación, se den cuenta que ya no se conocen como antes.

5.- Planeen una cita nocturna una vez a la semana: Como dice Kreidman, no importa adonde vayan, sino que salgan solos los dos. El resto de la semana están rodeados de su familia y amigos, así que no es egoísta dedicarse una noche solo para ustedes.

6.- Programen un tiempo íntimo para los dos: Aunque suene poco romántico, algunos expertos recomiendan que cuando la rutina laboral y familiar no permite un momento de relajo y vida sexual, anotar en un calendario un espacio inapelable para los dos.

7.- Hagan algo espontáneo cada seis meses: En cada mujer y hombre, hay una niña y un niño que extrañan la libertad de hacer lo que quieran. Que la sorpresa sea un regalo para los dos.

8.- Cada tres meses reserven un fin de semana en un hotel: Nunca viene mal una mini luna de miel para recordar que antes de ser papás, fueron también amantes.

9.- Tómense una semana de vacaciones al año: No tienen por qué gastar dinero en un mega resort. La doctora dice que basta con pedirle a algún vecino que haga de babysitter -lo que acá se acostumbra pedir a los abuelos- e imaginarse que se está en un hotel, relajados, con desayunos a la cama y largas caminatas que renueven las energías para otro año más juntos.

10.- Hagan un letrero de “no molestar” para la puerta: Enséñenle a sus hijos, comenta la doctora, que cuando ese letrero está puesto, significa que la mamá y el papá necesitan un tiempo de privacidad. Y ayuden a que ellos también tengan su propio letrero para sus piezas.

Kreidman insistió en que una pareja unida y feliz es una base sólida para criar hijos sanos y finalizó sus consejos con una preocupante frase: “Recuerda que si tú no tienes un romance con tu pareja, ¡alguien más lo tendrá!”.

jueves, 8 de diciembre de 2011

MUSICA: "Un error", por Cristián Warnken. El Mercurio, 8 de diciembre de 2011.

El verdadero mundo es música. Si uno la escucha, se abriga en el ser. Así lo experimentó a lo largo de su vida Nietzsche, para quien la música lo era todo. "Todo lo que no se deja aprehender a través de las relaciones musicales engendra en mí hastío y náusea", dirá el filósofo ditirámbico y dionisíaco, que parece aspirar a que sus propias ideas, sus pensamientos y conceptos canten y no hablen. Nietzsche es categórico: "Sin la música, la vida sería un error".
Y un error monstruoso es un reciente decreto, promulgado este año, por el que la educación musical pierde una hora en educación básica, para privilegiar más horas de lenguaje y matemáticas.
Suena bien: todos queremos que nuestros niños escriban, lean, sumen mejor. Pero eso no se logra mezquinándole una hora de la música a nuestro sistema educacional. Ya la música tenía una presencia magra en nuestras aulas, y por eso esta hora de menos duele más para quienes saben lo que la experiencia de la música significa para el desarrollo emocional, cognitivo y existencial del ser humano. Eso lo tienen ya en la sangre pueblos como el alemán y el judío, para quienes la música ocupa un lugar central, no sólo en la educación, sino en la vida. Cada vez más estudios científicos demuestran los efectos benéficos de la educación musical, incluso en el rendimiento escolar de otras disciplinas. Eso lo supieron siempre los griegos, los hindúes, los chinos, las civilizaciones más milenarias que florecieron en torno al canto, la danza y el ritmo. Por lo demás, todo es ritmo: hay un ritmo cósmico (que tal vez los sabios pitagóricos buscaron descifrar en la música de las esferas) y un ritmo interior, orgánico, de nuestra sangre, de nuestros latidos, de nuestro corazón. Ahí están la sílaba "Om" que recorre los sagrados bosques de la India, o el sonido tribal de un tambor desde el corazón de un África danzante, dando la nota inicial para que el hombre escriba, sobre el estremecedor silencio cósmico (ese que aterró a Pascal), su propia música.
Nuestros expertos en educación, obsesionados por mejorar rendimientos, por estar arriba en rankings mundiales, creen que nuestros alumnos sabrán más matemáticas y dominarán mejor el lenguaje aumentando las horas del currículo. Nuestra educación básica está hoy secuestrada por la prueba Simce, hasta el punto de que a veces da la impresión de que se prepara a los niños más para mejorar los indicadores que para leer, escribir, sumar y restar a través del goce, el asombro, la alegría de aprender con la buena literatura y la fascinante matemática.
Sí, porque la alegría es la única y verdadera maestra que a la larga puede asegurar la autorrealización y el crecimiento interior. Tenemos pocas experiencias tan exitosas y de tanto efecto irradiador en nuestra sociedad como las orquestas juveniles, repartidas como notas agudas y brillantes a lo largo de la accidentada partitura de la patria. Al lado de ella, todo el sistema educativo desafina y parece una película muda, en blanco y negro. Ver a los niños de lejanas localidades hacer vibrar sus violines, chelos y pianos con la música de Bach, Mozart o Alfonso Letelier, nos hace levantar la voz y decir, casi gritar a los oídos sordos de la tecnocracia educacional: "¡Sin la música, la educación sería un error!".
Y cuando digo educación musical, no estoy diciendo tediosas lecciones donde se enseña en qué año nació Beethoven y qué significa "contrapunto". Cada niño de Chile debiera aprender un instrumento musical. Ésa sería la medida más eficaz para fortalecer la disciplina interior (bien tan escaso hoy) y que le es inherente a la música. ¿Quieren menos encapuchados, menos droga, menos jóvenes pateando piedras? Abran entonces la caja de Pandora de la música sobre todo el territorio nacional. Las matemáticas y la palabra siempre han buscado desesperadamente lo que la música, de suyo, ya tiene. Porque en el principio era la música.

jueves, 24 de noviembre de 2011

PSICOLOGÍA: "Sacerdotes, bomberos y fisioterapeutas tienen los trabajos más felices del mundo". El Mercurio, 24 de noviembre de 2011.

Un estudio realizado en Estados Unidos asegura que las profesiones más gratificantes comparten bajo salario y entrega a los demás.

Muchos dirán que ser sacerdote no es un trabajo sino que una vocación. Quizás por eso, el oficio clerical ocupa el primer puesto en la lista de los trabajos más felices del mundo, según un estudio realizado por el Centro Nacional de Investigación de Opinión de la Universidad de Chicago, EE.UU., que fue publicado por Forbes.
En el segundo y tercer puesto aparecen los bomberos y los fisioterapeutas, respectivamente. Casi todas, profesiones que comparten dos características: poca remuneración económica y entrega a los demás.
El 80% de los bomberos afirman sentirse "muy satisfechos" con su tarea, pues implica ayudar a la gente, una idea que también se repite en los fisioterapeutas, quienes aseguran que su trabajo les gusta porque posibilita la "interacción social".
El cuarto lugar lo ocupan los escritores. Aunque la remuneración que reciben por sus creaciones puede llegar a ser muy alta si logran un "exitazo", normalmente deben conformarse con sueldos muy bajos o incluso inexistentes, pero a cambio tienen la "autonomía" da plasmar las ideas que les vienen a la mente.
El quinto puesto es para los profesores de educación especial, cuyos sueldos en Estados Unidos están por debajo de los US$ 50 mil al año; vale decir, unos $26 millones. Les siguen sus colegas tradicionales, que son felices pese a los recortes de dinero y a la conflictividad en algunas aulas. "Este trabajo continúa atrayendo a jóvenes idealistas, aunque un 50% de los nuevos profesores abandonan antes de los cinco años de ejercicio", dice el estudio.
Ser artista y psicólogo también reporta una gran satisfacción. Este último gremio "puede ser capaz o no de resolver los problemas de la gente, pero parece que ellos han logrado solucionar los suyos", señala la investigación. Cierran el conteo los vendedores de servicios financieros y los operarios de maquinaria pesada.
La lista de los trabajos más felices contrasta con la de los más odiados, que, curiosamente, está dominada por oficios con grandes sueldos y alto reconocimiento. Ahí aparecen empleos como director de tecnología de la información, director de ventas y márketing, product manager, desarrollador web, técnico especialista, técnico de electrónica, secretario jurídico, analista de soporte técnico, maquinista y gerente de márketing.
El listado de los trabajos más felices contrasta con el de los más odiados, en el que dominan los altos sueldos.

jueves, 13 de octubre de 2011

CHILE: "¿Dónde está Chile?", por Cristián Warnken. El Mercurio, 13 de octubre de 2011.

Chile se encamina a pasos agigantados a una decadencia moral e intelectual de proporciones. No hay gobierno ni oposición a la altura de las circunstancias. Cada cual parece estar actuando por cálculos mezquinos, muy pocos son ya los que despiertan admiración, y nadie parece dar ni la vara ni el ancho. La pobreza de las ideas y la debilidad de las convicciones de nuestra clase dirigente, sumadas al deterioro de la ética en todos los niveles -cada vez más campean la pillería y la avidez sin límites-, pueden convertir a este país que costó tanto fundar en un peladero, en una tierra de nadie, una tierra baldía.
Una república que tuvo a mandatarios, militares y ministros a la altura del general Bulnes, Manuel Montt y Antonio Varas, ejemplos de honestidad, sentido de la impersonalidad del poder y amor genuino por el país y compromiso con lo público, parece hoy tironeada por todos lados por rapiñeros, ambiciosos y vanidosos de poca monta. El sentido de lo "público" parece borrado del mapa. Asistimos al olvido de lo público en todos los niveles. Y el olvido de lo público es el olvido del ser más profundo de Chile.
Lo público es mi barrio con sus plazas y espacios comunes aún no derrotados por la especulación inmobiliaria; las universidades no avasalladas por el pensar calculante; la televisión de todos no entregada a la farándula de las transnacionales. Pero en estos días resuenan los versos del poeta irlandés W. B. Yeats: "Los mejores carecen de toda convicción,/ mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad".
¿En qué momento se rompió la posta con lo mejor de nuestra propia historia? Pareciera que todos, o casi todos, fueron de a poco traicionando una parte de su propia alma para entrar en una vertiginosa carrera por el poder, del poder por el poder. Como si muchos se hubieran dedicado a aprender de memoria a Maquiavelo en estas décadas y hubieran olvidado a Virgilio, a Solón, esos autores que un Andrés Bello, un Amunátegui, un Barros Arana tradujeron y usaron como fermento e inspiración, cuando en Chile había un humanismo fundante, cuando se consultaban como oráculos los versos de Horacio o Cicerón y no los focus-group o las encuestas, cuando gobernaban los estadistas y no los opinólogos.
Todos dicen que la crisis mundial nos va a "pillar bien parados". No lo sé. Un país donde los nuevos becerros de oro parecen ser la pura gestión y el management , pero sin contenidos ni visión, ya no es un país. Será una gran empresa, pero no un país. ¿Acaso el precio del cobre por las nubes nos hizo a la larga mal, como sucedió alguna vez con el salitre? No hay peor mezcla que la de riqueza conseguida con la especulación y no con el trabajo o el emprendimiento, unida a la ignorancia y a la pobreza interior.
¿Qué imagen resume el Chile del siglo XIX? La Universidad de Chile y la Biblioteca Nacional. ¿Qué resume al Chile de estos últimos años? La Polar y la educación entendida como un bien de consumo. ¿Y para eso murieron nuestros héroes? ¿Para eso inventaron mundos nuevos nuestros poetas? ¿Para eso se vinieron a Chile un Domeyko o un Bello, ilustres extranjeros? ¿Por ese Chile sufrió una desgarrada nostalgia en el siglo XVII el exiliado y lúcido Lacunza? Dijo alguna vez Kipling: "Abandonamos la esperanza y el honor,/ estamos perdidos para el amor y la verdad./ Caemos peldaño a peldaño,/ y la medida de nuestro tormento es la de nuestra juventud./ Ayúdanos, Señor, porque conocimos lo peor demasiado jóvenes".
Pero, a pesar de todo, sigo creyendo que Chile es un país extraordinario donde vivir y morir, un país que tiene una luz propia, un país soñado. Un país misterioso y delicado, que hay que cuidar como tesoro y no repartir como botín. Tal vez nos salve nuestra lejanía, esa que nos obligó alguna vez a ser fieles a nuestra propia alma y encontrar nuestras propias medidas, nuestros sagrados límites que nos protegieron de todo fanatismo y desmesura.

martes, 11 de octubre de 2011

POLÍTICA: "Jobs, EE.UU. y la innovación", por Karen Ebensperger. El Mercurio, 7 de octubre de 2011.

Siempre me ha impresionado que una nación nueva como es EE.UU. haya tenido tan claro, desde su fundación, que su futuro estaba ligado a la creatividad de su gente.
La Oficina de Patentes y Marcas de EE.UU. tiene más de 200 años, tantos como el propio país, y desde su inicio promovió el progreso de las ciencias y las artes. En ella está inscrita la mejor parte de la historia de EE.UU. Y seguramente en letras de molde figura Steve Jobs.
Muchos -como el propio Jobs- iniciaron sus investigaciones en un simple garaje, ese emblemático recinto de la sociedad norteamericana, con el cesto de basketball en el exterior, la puerta levadiza y las herramientas colgando en las paredes con una pulcritud que, sin duda, deja huellas que marcan el carácter de los niños. Porque esos garajes, como antes los graneros, hablan de padres que se arremangan las mangas, y donde el concepto de "do it yourself" es un principio de vida. Se calcula que 52% del crecimiento de EE.UU. desde la II Guerra Mundial provino de los inventos, muchos aportados por inmigrantes europeos con cero capital, pero incentivados por una actitud social en ese país hacia el individuo creativo.
Desde Benjamin Franklin o un siglo después con Thomas Edison, los inventores han hecho de EE.UU. una sociedad de oportunidades y de avances. Ellos nunca esperan mucho del Estado, tampoco de un golpe de suerte, sino que trabajaban incansablemente con la seguridad de pertenecer a una sociedad que valora el emprendimiento. Y el rol del gobierno para asegurar la continuidad de la innovación ha sido promover una oficina de patentes fuerte y ágil, porque sin propiedad intelectual no se puede estimular a una persona a invertir sus mejores años en desarrollar una idea.
De esos garajes salieron visionarios como Steve Jobs y Steve Wozniak, impulsores del computador personal y fundadores de la empresa Apple.
Hoy ya es leyenda cómo ambos armaron los primeros computadores Apple en un garaje de California.
Bill Hewlett y Dave Packard gestaron HP -una de las compañías tecnológicas más importantes del mundo- en otro garaje que ha sido declarado lugar histórico en EE.UU. Y en 1998, los estudiantes Larry Page y Sergey Brin tenían la idea de crear un buscador de internet que funcionara mediante un complejo algoritmo. En un garaje de la avenida Santa Margarita, en el sur de San Francisco, incubaron Google... y lo demás ya es historia. Bill Gates jubiló a los 53 años -tras su enorme aporte a la era de la informática- para dedicarse a su fundación, que aporta a la educación y a la cura del sida en África. Otros inventores sólo obtuvieron una pequeña pensión, pero independiente de la recompensa, los innovadores tienen en común un entusiasmo por el proceso creativo.
Son innumerables los ejemplos, y uno se pregunta qué tiene EE.UU. que inspira a tantos innovadores. La clave está en un ambiente social que estimula desde niños un interés personal hacia la creatividad.
Por eso, creo yo, hay tanta impaciencia con algunos potentes especuladores de Wall Street: no representan el verdadero espíritu de EE.UU. Ojalá en Chile, tras tanto discutir sobre educación e innovación, logremos el clima adecuado para que aparezca al menos un Steve Jobs por generación. Eso parte por no mofarnos si vemos a alguien distinto, atípico, que pasa las horas pensando sobre una rara idea. Steve Jobs era considerado un nerd ...y hoy es despedido como un ícono.

jueves, 6 de octubre de 2011

ESCRITURA: "María José Poblete: una escritora novel que necesitó hablar de diversidad en la sociedad", por María José Errázuriz. Emol, 6 octubre 11.

Se recibió de abogado en la Universidad de Chile y trabajó como tal aquí y en Francia, país en el que revalidó su título. Sin embargo algo muy profundo le decía que tenía que abandonar todo y sentarse a escribir.

Desde pequeña los cuentos, relatos e historias eran parte de su quehacer diario, aunque nunca fueron hechos públicos. La fuerza era tan grande que entre medio de sus obligaciones cotidianas se dio tiempo para asistir a varios talleres literarios, como el de Ana María Güiraldes.

María José Poblete, 35 años, casada, un hijo y otro en camino, está hoy al final de la recta. Su primera novela, “El desvelo” acaba de ser publicada por Alfaguara bajo el sello Suma y espera la voz de la crítica y el público. En el proceso, ella ha aprendido de vulnerabilidad, ansiedad y perseverancia.

Nació en Canadá, pero la verdad es que vivió toda su infancia y adolescencia en Chile itinerando por diversas ciudades debido al trabajo de su padre. Ya en la universidad partió a Estados Unidos a estudiar algún tiempo, y una vez recibida de abogada, se trasladó a París, donde vive desde hace 8 años.

Quizás el conocer tantos mundos fue determinante en su vocación literaria y, probablemente, explique el mundo de dolores, realidades contrapuestas, hipocresías y sectarismo que presenta en su primer libro. “El desvelo” cuenta la historia de una familia desmembrada por las partidas, los suicidios, las diferencias de clases y el doble estándar que generan en sus personajes actitudes de resignación o rebeldía.

-¿En qué momento se cruza la literatura en tu vida?
“Tengo la impresión de haber escrito desde chica, era como una práctica habitual –las cosas que escribí en Panimávida ya no las leo porque me da vergüenza- y en la adolescencia me dediqué a la poesía. Nadie leía eso, pero después me metí a talleres porque quería darle cuerpo”.

-Estuviste muchos años dedicada a la abogacía. ¿Cuándo resolviste ponerte a escribir para publicar?
“Ya en Francia, después de dar el examen de grado, sentí que tenía que darle consistencia a mi vida. Sabía que escribir nunca me había dejado de apasionar, pero no sabía cómo hacerlo. Entonces me dije ‘hay que hacer el intento y para ello tengo que escribir una novela’. Dejé todo y resolví existir escribiendo.
“No digo que el derecho esté muerto y enterrado, pero, al final, la literatura se hubiera impuesto igual”.

-¿Tenías el tema?
“En la adolescencia, en los 20, mis temas eran más las cosas como físicas, sensoriales, pero desde hace un tiempo, mis temas pasan por la visión del otro, la división del mundo en blanco y negro por algunos, la no existencia de un abanico de opciones. La falta de matices en la sociedad es algo que me vuelve loca y “El desvelo” busca contar esa falta de pluralismo y diversidad”.

-¿Debe ser difícil tomar la decisión de dejar todo y dedicarse a escribir sin saber cuál será el resultado? ¿Qué genera?
“Es atroz, súper difícil. Yo había tomado la decisión de dejar el derecho o por lo menos, ponerlo en pausa antes. Pasé un año pensando en qué podía trabajar, pensando en vincular Latinoamérica con Europa, pero al final tomé la decisión de escribir. Y eso fue angustiante porque fue algo muy testarudo”.

-¿Alguien te había dicho antes, en algún taller, que tenías pasta de escritora?
“No, esto fue un camino bien en solitario, salvo mi familia que sabe que esto me mueve desde siempre y encontraron que la decisión tenía mucho sentido. Cuando tomé la decisión de ponerme a escribir también fue como un alivio porque por fin estaba haciendo algo que me hacía sentir coherente.
“No tenía claro nada hacia adelante, sólo sabía que tenía que intentarlo; esto tenía que ver con existir y eso pasaba por publicar”.

Después de un año sentada en su casa y en cafés de París, “El desvelo” tomó cuerpo. Entonces comenzó el peregrinaje por las casas editoriales de España. El proceso fue largo, mandó originales a todos los editores y agentes literarios que encontró en internet y planeó el plan A, plan B y plan C esperando respuesta. En España el no fue rotundo, los que se dignaron contestar simplemente le dijeron que no publicaban noveles (los que nunca han sido impresos).

Entones recurrió a una escritora chilena que ha sido publicada en distintos países y le preguntó cómo se hacía; ella le dijo que tenía que intentar directamente en Chile, que las opciones eran mayores para los noveles, porque eran muchos menos que los que postulaban en España. Y le resultó: los editores de Alfaguara leyeron su texto y lo calificaron de ‘una muy buena historia, que son difíciles de encontrar’.

-¿El plan C era autopublicarte?
“Ese era como el plan F (se ríe). Había pensado en editoriales más alternativas, en las más chicas... no sé, eran muchas las opciones”.

-Esta semana sale a la luz y ahora te vas a enfrentar al terror de los escritores, la crítica. ¿Qué expectativas tienes?
“No tengo, ninguna. El que me publiquen ya es un paso gigante, fue un espaldarazo inmenso a todo este proceso, al haberme tirado a la piscina. Me valida muchísimo, pero me siento vulnerable; siento que de un momento para otro la cosa más íntima que tengo que es escribir, se transforma en la más pública. Con esto la novela se independizó de mí, tiene su vida propia y la gente tiene derecho a que le cargue, le encante, que la encuentre pésimo o excelente.
“Creo que me van a importar mucho (las críticas), pero no sé....Me siento expuesta”.

-¿Qué tan determinantes van a ser en tu decisión de seguir escribiendo?
“Creo que no es determinante, de hecho, hace mucho rato estoy trabajando en la segunda, porque ha tomado mucho tiempo este proceso de publicación. Voy a seguir escribiendo pase lo que pase con la crítica, pero todo es tan desconocido para mí. La escritura no pasa por la crítica”.

-Pero sí que te vuelvan a publicar. O como sean tus ventas.
“En este último período, desde que la novela partió a imprenta, he pensado que no controlo nada. La novela ya se publicó, está en librerías y yo no controlo nada, ni el marketing, ni las críticas... lo otro sería volverme loca. Yo escribí una novela y tuve la suerte gigantesca que me la publicaran, pero hasta ahí no más llego, qué más voy a hacer. No me puedo obsesionar”.

-¿Si no te hubieran publicado, habrías seguido escribiendo?
“No me gusta entrar en los condicionales, es ciencia ficción. Yo partí pensando en que no me iban a publicar y que iba a tener que retroceder. No iba a dejar de escribir, pero tengo una familia; hoy publicar me permite validar el tiempo que pasé escribiendo y hoy esto es una prioridad en mi vida”.

-¿Publicada estás menos vulnerable?
“Por lo menos existo. No será lo mismo mandar un manuscrito y decir ‘ya tengo una novela publicada y aquí va la segunda’. Esto te da una validación y me permite enfrentar el medio de otra manera”.

-Enfrentas la segunda con mucha más tranquilidad.
“Me siento más tranquila porque hay menos ansiedad, pero por otra parte, el empezar a redactar me costó porque surgió la duda de cómo crear nuevos personajes que encuentren una voz y de si me iba resultar tan fluido como la primera. “Creo que en esta nueva novela las cosas son más exigente porque quiero hacer las cosas de otra manera”.

CULTURA: "No sirve para nada", por Cristián Warnken. El Mercurio, 29 de septiembre de 2011.

Una destacada medievalista catalana, Victoria Cirlot, especialista en filología románica, visita Chile en estos días. Participa en un seminario sobre “Las formas de hablar del silencio” y en un encuentro sobre la Edad Media. ¿Para qué sirve estudiar las visiones de la mística del siglo XII Hidelgarda von Bingard o los símbolos del “Cuento del Grial”?
Para nada. Desde un punto de vista estrictamente utilitarista, estos simposios convocados para comentar o interpretar viejos textos del pasado no tienen relevancia alguna, son un lujo, una rareza, un delirio de humanistas, esa bizarra subespecie en extinción. La misma Victoria Cirlot, en una intervención en una universidad española, años atrás, alertaba sobre los riesgos del “vicio utilitarista” que se ha apoderado de nuestras sociedades y que, incluso, está amenazando el ser mismo de las universidades, que han tenido como misión y como destino, desde siempre, mantener vivo el espacio para la gratuidad, para el pensamiento y la creación que se sustraen al pensar calculante. En los inicios de la República, Andrés Bello se esmeraba en la traducción de un verso en latín, en cuestiones filológicas vistas desde hoy como bizantinas, absurdas. ¿Qué sería de Chile sin esos “inútiles”? Talvez un páramo cultural más profundo que cuanto ya lo somos. No habría surgido la Universidad de Chile, no habría humanidades, ni el poco de ciencia que tenemos. El utilitarismo ciego, ramplón, termina por condenar a los países que viven con las anteojeras del puro presente al estancamiento en una sola dimensión del desarrollo, la del desarrollo económico.

Lo único que ha permitido el pleno desarrollo del hombre ha sido la absoluta gratuidad e inutilidad de los saberes en los que ha explorado siempre por curiosidad, asombro o simple amor al saber mismo. Victoria Cirlot recuerda una historia de Sócrates citada por Cioran. Mientras se le estaba preparando la cicuta, Sócrates aprendía un aria con la flauta. “¿De qué te sirve?”, le preguntaron, y él contestó: “Para saber esta aria antes de morir”. No todo es “para algo”, hay muchos “sin para qué” que nos pueden hacer sentirnos orgullosos de pertenecer a la especie humana, esa que muchas veces nos da vergüenza cuando leemos los titulares de los diarios. La sonrisa de la Gioconda, el estremecedor adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler, un verso de Huidobro o estos de Angelus Silesius: “La rosa es sin porqué,/ florece porque florece”. Cada uno de nosotros debiera aprender algo completamente inútil antes de morir. Algo que nos diera esa grata sensación de que no estuvimos aquí sólo para engrosar una estadística, para incrementar unos ahorros, para capitalizar, algo que se resistiera a la mera eficiencia. El que se junte un puñado de medievalistas en nuestra ciudad es un milagro y una forma de resistir a la desaparición del horizonte de gratuidad de nuestra vida y nuestra cultura. Cuando ello ya no ocurra, nuestra sociedad será plana, homogénea, gris, eficiente pero vacía, sin el júbilo que nos da una música inesperada surgida del silencio o una reflexión profunda nacida del viejo thaumazein, el asombro o la perplejidad de nuestros padres, los griegos.
El problema más importante hoy no es que estén cayendo los valores de la bolsa o que esté paralizada una parte del sistema escolar. Tenemos que aprender a coexistir con crisis cíclicas, sociales y económicas, probablemente cada vez más intensas. El verdadero problema es la gran crisis de sentido de sociedades que, por focalizar todo en el “para qué sirve”, han terminado por devastar no sólo la tierra, sino el alma de la tierra. Corremos el riesgo de morir envenenados por la cicuta del utilitarismo, pero sin haber aprendido una sola aria de flauta, que es lo único que nos puede preparar para recibir nuestra propia muerte con una sonrisa.

CULTURA: "No sirve para nada", por Gastón Soublette. El Mercurio, 6 de octubre de 2011.

En su columna de los jueves, el 29 de septiembre Cristián Warnken lanzó su voz de alerta y su protesta contra el chato utilitarismo que domina de hecho a nuestra sociedad. Según él, los chilenos carecemos de la cultura que nos permitiría concebir un modelo de desarrollo que no sea puramente económico, minimizando el valor de eso que podría darnos un desarrollo integral como personas con discernimiento y creatividad.
Al leer su magnífico artículo sobre este tema, titulado "No sirve para nada" (frase con la que ironiza la actitud del chileno medio ante las creaciones de la cultura), se me vino a la memoria un pensamiento del sabio chino Lao Tse (s. VI a.C.), que dice: "Cuando los hombres no temen lo que en verdad debe temerse, lo peor puede ocurrirles". Con estas palabras, el sabio se refiere al hecho de que los hombres puedan dejar de ser humanos por la pérdida progresiva de la conciencia, a causa de una clausura de los aspectos superiores de nuestra psique.
Se trata de una enfermedad mental que hoy alcanza una dimensión planetaria, aunque otros países, a diferencia del nuestro, tienen tradiciones culturales sólidas que les permiten paliarla.
Karl Gustav Jung en su obra póstuma llamada "El libro rojo", publicada recientemente, 50 años después de su muerte, se refiere a este tema. Para Jung, esta civilización utilitaria sigue un modelo heroico mediante el cual nos hemos propuesto ascender ilimitadamente y en un solo sentido, pagando el precio de neutralizar la mejor y más amplia zona de nuestra alma. La cita anterior de Lao Tse coincide con esta afirmación de Jung, porque eso "peor" que puede ocurrirnos en este proceso de empobrecimiento interior es que todo lo que deliberadamente hemos querido ignorar y excluir de nuestro propio ser, sorpresivamente venga a nosotros degradado bajo la forma de lo que él llama una "epidemia psíquica", la cual puede poseer nuestras mentes reducidas en su unilateralidad y nos obligue a enfrentar lo que más aborrecemos, eso que en ciertas coyunturas históricas emerge como un poder que se impone mediante la fuerza, haciendo simplificaciones brutales. Todo lo cual proviene de una acumulación de muchas décadas de vacío en la Pedagogía y la cultura de una sociedad.

jueves, 22 de septiembre de 2011

CULTURA: "La ilusión igualitaria", por Roberto Ampuero. El Mercurio, 22 de septiembre de 2011.

Confieso que participo activamente en algunas redes sociales, especialmente en Twitter y Facebook . Celebro su papel socialmente transformador y movilizador, y admito que con ellas el mundo ya nunca será el mismo de antes. Gozo el contacto permanente e inmediato con millares de personas, disfruto compartir con ellas opiniones, estados de ánimo, noticias, ideas y datos. Y sé cuán esenciales son las redes sociales en la movilización multitudinaria en democracia -como en los casos de Chile, España o Israel-, y cuán decisivas han sido a la hora de cambiar o hacer tambalear a regímenes no democráticos en la Primavera Árabe. Las dictaduras impiden su funcionamiento: le temen a un recurso tecnológico nada fácil de reprimir una vez en manos de la población.
En cierto sentido, las redes sociales son como las armas. No son buenas ni malas en sí mismas. Dependerá más bien del uso que se haga de ellas. Pueden ser empleadas en una causa justa o una injusta. Por lo tanto, su empleo demanda un mínimo de responsabilidad por parte del usuario. ¿Es legítima su práctica desde el anonimato? En dictaduras, sostienen muchos, es justificable. Permite denunciar abusos sin que el régimen identifique al denunciante. En democracia, el asunto es diferente. Llama la atención que la gran parte de las descalificaciones deleznables vienen de quienes se ocultan bajo nombres de fantasía, de gente que no da la cara para insultar a quien piensa de otro modo.
Para mí, que tuiteo a diario, la mayor desventaja de Twitter radica en que alimenta algo nocivo: una suerte de ilusión igualitaria. ¿Quién no es capaz de llenar 140 caracteres sobre el tema que sea? Twitter es la gran plaza pública donde todos vocean su producto e interactúan en pie de igualdad. En ese sentido es tan democrático como votar en elecciones: todos -sin importar origen, condición ni capacidad- pueden expresarse. En un caso, haciendo una raya, en el otro ocupando caracteres. Twitter crea la sensación de que todos somos iguales por el solo hecho de acceder a un computador y escribir de corrido.
Pero es sólo eso, una ilusión que permite ocultar el nivel de conocimiento y educación. De pronto, por el hecho de disponer de 140 caracteres, tenemos la sensación de que estamos a la altura del más pintado. Da lo mismo quién sea y cuáles sean los méritos del otro. No importan su educación ni especialidad. Con un par de caracteres y desde el anonimato, puedo aportillar en público las ideas del más influyente economista del planeta, ridiculizar la investigación de un Nobel de medicina, indicarle al gran Messi cómo dominar el balón, o a un Pulitzer de literatura cómo escribir, y de paso darle un tapabocas al filósofo más célebre con tres frases sin ortografía. Los 140 caracteres son el tango "Cambalache": todo es igual, cualquiera es un señor, "lo mismo es un burro que un gran profesor". Tendrán que escucharme los que se han pasado 15 o 20 años, o la vida entera, dedicados a un tema: yo los aleccionaré, porque el debate en pocos caracteres permite disimular mi nivel y limitaciones.
Es una ilusión peligrosa. Según estudios de la OCDE, los adolescentes estadounidenses entre 13 y 17 años reciben alrededor de cuatro mil mensajes de texto por celulares, pero sólo 50,7 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 admite haber leído al menos un libro voluntariamente. Paradójicamente, en medio de la escritura y lectura constantes, Estados Unidos y otros países corren el peligro de convertirse en sociedades analfabetas, que pierden la ortografía y la capacidad de expresar y entender ideas complejas por escrito. Las redes sociales nos seducen con su poder asombroso, pero pueden convencernos de que el conocimiento se restringe a una brillante declaración de 140 caracteres.
Perdón, lo dejo aquí. Es mi hora de tuitear.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LECTURA: "Nieve en otoño", de Irene Nemirovsky.

Tatiana Ivanovna ha trabajado toda su vida para una acaudalada familia rusa, los Karin. Ha visto cómo pasan las generaciones, y cómo muchos de los que ella ha criado han muerto en guerra. A raíz de la revolución, lo que queda de la familia se ve obligada a escapar a París, donde vivirá en una pobreza que contrasta con sus antiguos tiempos de esplendor. Tatiana observa con preocupación el proceso de desmoralizante de los más jóvenes, y ve que en la familia se ha perdido mucho más que riqueza. Añora la nieve de su antigua Rusia, y la espera en pleno otoño. El otoño que simboliza la inminencia de una nueva y más terrible guerra por llegar, y una nieve que ya comienza a caer con visos de ceniza... No recomendaría esta breve novela, pues considero muy superiores otras de la misma época de Nemirovsky, como David Golder o también El baile.

jueves, 8 de septiembre de 2011

LECTURA. "Madame Bovary" de Gustave Flaubert.

Se considera ésta como precursora de la novela moderna, debido a un nuevo modo de narrar: un narrador omnisciente muestra a los personajes desde ellos mismos y desde su forma de actuar.
Madame Bovary es una manera de ver la realidad, mucho más allá de su caso particular como personaje. Una mujer que a menudo se asoma a la ventana, que siempre tiene la vista puesta en otra cosa, que sueña con situaciones inalcanzables, y por lo mismo vive su propia vida con una constante e irremediable insatisfacción. Sus decisiones son impulsadas por un afán de huída: se casa sin saber siquiera si hay amor, sólo para salir de su hogar; cae en el adulterio sin quererlo realmente, sólo para escapar de la rutina de su matrimonio. Siempre piensa que arrancando llegará a aquella felicidad con que sueña, pero cuya definición ni ella misma conoce. Ansía por naturaleza y en forma perpetua lo que no tiene.
Mientras Emma representa una caricatura de la pasión, carente de cualquier centro, su marido Charles representa también una caricatura, pero de la rectitud y de la justicia, carente de cualquier impulso imaginativo o pasional. Ambos, en su extremo, actúan como ciegos. Charles no ve a Emma, no sospecha lo que le sucede. Emma no ve lo que tiene ni las consecuencias de lo que hace, hasta que ya es demasiado tarde. La religión también aparece en la novela caricaturizada. Se trasluce una mirada escéptica de la realidad en el autor, una ceguera tal vez como condena de la naturaleza humana. A pesar de esto y de las florituras de un estilo que se nos hace ya lejano, la novela es muy recomendable y plantéa, entre otras cosas, el problema de la ingratitud y de la voluntariedad de un hombre sin referente.

martes, 6 de septiembre de 2011

CHILE: ¿Por quién doblan las campanas?, por M. Ester Roblero. El Mercurio, 6 de septiembre de 2011.

Ante el trágico accidente que nos tiene a todos conmovidos, muchas personas y medios de comunicación han constatado la precariedad de las instalaciones del archipiélago Juan Fernández y su necesidad de ayuda. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en las más de 3 mil islas que constituyen ese pedazo del Chile Insular, además de otros 2 mil islotes. Todos ellos juntos suman aproximadamente el 14% de nuestro territorio, pero aunque esa cifra es alta, el dato relevante es que muchas de estas islas están habitadas.
A pesar de ello, en nuestro país no existe un plan estratégico insular ni en salud ni educación o vivienda... Y a eso me refiero con "mis impresiones".
Es impresionante comprobar cómo en Quenac, isla de Chiloé, muchas generaciones han quedado marcadas por un incendio que destruyó gran parte de la isla. No fue posible apagarlo, por falta de medios. En Caguach, como en muchas otras islas, no hay luz eléctrica. Los recursos asignados por la municipalidad para la escuela no alcanzan para comprar combustible para el generador, y son los propios profesores quienes deben aportar de su bolsillo para poder alumbrar la escuela el resto del tiempo. Lo impresionante es que cada cierto tiempo les llega de regalo desde el Ministerio de Educación "material audiovisual interactivo", como si ellos sí tuviesen energía a la mano...
En muchas de nuestras islas de Chile las escuelas no tienen enseñanza media y los niños que quieren seguir estudiando deben irse internos al continente. Pero suele pasar que las niñas son mejores alumnas, o que los niños deben o prefieren quedarse trabajando la tierra o en el mar. Y así la isla queda sin mujeres, los adolescentes se convierten en hombres sin formar pareja, sin verse a sí mismos como futuros padres. Sin luz ni entretención al atardecer. El alcohol se convierte en el pasatiempo. No conozco la tasa de suicidio de jóvenes en las islas del sur, pero sí me ha tocado impresionarme al conocer varios casos, y conversar con los carabineros de la zona, para quienes este drama es demasiado frecuente.
En nuestras islas los profesores y carabineros son vistos en forma diferente por la comunidad. Los carabineros no son los pacos que vienen con el guanaco. Son el cable con el continente, enviados para suplir lo que falta en demasía. Qué decir de médicos y paramédicos. Al igual que ellos, los profesores son héroes, se van "internos" en la semana a las islas, viviendo muchas veces en albergues creados por los lugareños. Y conocen a los niños: saben que en Isla de Pascua los niños se desconcentran más y que en Chiloé son muy tímidos.
Qué decir cuando alguien muere en el mar. Las patrullas de la Armada buscan, y a veces encuentran. Muchas veces encuentran en la isla del frente, otras veces no. He estado en velorios sin cuerpo, donde el llanto desgarrador es doble.
Pero así como todo lo bueno del continente parece no poder cruzar a las islas, lo malo les llega a motor. Tras la quiebra de muchas salmoneras en el sur, la cesantía asoló las islas. Y aquellos que habían confiado en el auge del salmón y se habían embarcado en la compra de buenos colchones y frazadas, o un televisor, con tarjetas de multitiendas, pronto no pudieron pagar, pero las cobranzas y amenazas de embargo les empezaron a llegar como volando, como si no existiera el mar de por medio. Dicom no perdona ni una isla. Y entonces viene la otra tragedia asociada a la falta de leyes: aparecen los buques factory , que operan al margen de toda ley en el mar tras los límites. Jóvenes, incluso niños, parten a trabajar en regímenes infrahumanos, en aguas donde no llega la inspección del trabajo, ni una voz sindical y donde pareciera que la Rerum Novarum es un cuento del siglo pasado.
Eso y más he visto en muchas de nuestras islas. Y junto al sufrimiento, soledad y precariedad, también he visto una reserva moral infranqueable. Y además, como se usa decir hoy, mucho patrimonio material e inmaterial. Porque en las islas, cada campanario es un medio de unión y comunicación, y cada fiesta es la memoria. Un pedazo importante del alma nacional aloja en esas tierras que constituyen lo que dice la cifra: el 14% de Chile.
La tragedia de Juan Fernández nos invita a mirar las islas. Me pregunto cuánto cuesta tener políticas de salud, educación o vivienda para ellas. Pero en el sentido de "estrategias" de esa palabra, y no en el sentido de las campañas electorales o de eventos para la foto.
No puedo dejar de citar, para finalizar esta carta, esos versos maravillosos de John Donne, que Ernest Hemingway eligió para iniciar una de sus novelas más famosas:
"Ningún hombre es una isla, entero en sí mismo; todo hombre es un pedazo del continente, una parte de tierra firme; si el mar se llevara un terrón, Europa perdería un promontorio como si se llevara la casa de sus amigos o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad; y por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti".

PSICOLOGÍA: "El amor, llegará o no?, por Denisse Hernández. Yahoo Mujer, 29 de julio de 2011.

Martha es una mujer ya entrada en años, cada vez que la veo luce más deprimida, ¿la razón?, la esperanza - que ahora se ha vuelto una triste ilusión- de que el amor por fin aparezca en su vida.

En su juventud tuvo algunos pretendientes, pero jamás se sintió apasionadamente atraída hacia ninguno de ellos y estaba decidida a esperar que el hombre perfecto apareciera, sin importar cuánto tuviera que esperar… por supuesto, jamás se imaginó que casi 40 años después, él no hubiera llegado todavía.

Martha creció con la idea de que una mujer no estaría completa hasta encontrar al príncipe azul, casarse con él y formar una familia, así que cuando rebasó los 18 años –quizás un poco antes- puso su vida en pausa, añorando la felicidad que llegaría cuando ese sueño se concretara.

No trabajó nunca fuera de casa, ocasionalmente horneaba pasteles para vender a algunos conocidos; no quería que una carrera fuera a obstaculizar una posible relación de pareja; tampoco viajaba, decía que prefería guardar esos destinos para conocerlos con su futuro marido; además, de vez en cuando, compraba algunos enseres y los guardaba para su casa de ensueño, sábanas, toallas, manteles, vajillas, cubiertos y hasta algún florero formaban parte de su colección convertidos ya, en casi antigüedades.

Se concentró tanto en el futuro que se olvidó por completo de su presente, los días, los meses y los años pasaron y, en su espera, la vida se le escurrió por las manos; un día despertó y al mirarse frente al espejo se dio cuenta que las arrugas se habían adueñado de su rostro, el tinte oscuro ya no cubría las abundantes canas y su cuerpo estaba muy lejos del de una jovencita.

Martha sigue aferrada al objetivo que persiguió tantos años, a veces creo que a esta altura, sería incapaz de dejar esa idea que la ha mantenido por el mismo camino toda su existencia; no es que piense que sea imposible que el amor pudiera llegar –también he visto hermosas parejas en edad madura enamoradas hasta los huesos- el problema es que por enfocarse tanto en el “lugar de destino” se olvidó por completo de disfrutar del viaje.

En lo personal creo que no todo el mundo está hecho para vivir en pareja, el paradigma de que “el amor siempre llega” puede en muchos casos, originar frustración, hacer sentir como una persona incompleta, desafortunada o una rezagada de la sociedad.

Esperar que otra persona nos haga sentir completas o como un requisito indispensable para lograr la plenitud es negarse a tomar las riendas de la propia vida, nadie más que nosotros mismos somos responsables de nuestra felicidad.

¿Tú qué opinas? ¿Crees que el amor siempre llega?

lunes, 29 de agosto de 2011

EDUCACION: "Educación y valores", por Gastón Soublette. El Mercurio, 29 de agosto de 2011.

El debate sobre la educación en Chile muestra la "hilacha" del subdesarrollo de nuestra sociedad en el hecho de que pocos, o nadie en este país, se plantean siquiera la necesidad de definir el concepto de "calidad" en educación en términos valóricos, como bien lo hace notar la señora Florencia Larraín V. en la edición de "El Mercurio" del domingo 21 de agosto. Por eso, expertos como el señor Francisco Marmolejo, director del Consorcio para la Colaboración de la Educación Superior en América Latina, vienen aquí con aura de profeta a repetir la gastada fórmula de que la educación superior está dirigida al desarrollo del país, poniendo énfasis en la competitividad y privilegiando las carreras técnicas.
En contra de esa fórmula -destinada a reforzar la inconciencia que priva al estudiante de la noción del sentido de la vida y del destino trascendente del hombre-, el Papa Benedicto XVI, en su reciente visita a España, ante un auditorio de profesores y estudiantes, criticó enérgicamente lo que él llamó una visión "utilitaria" de la educación, destinada sólo a satisfacer una demanda laboral, advirtiendo sobre las consecuencias "dramáticas" de un utilitarismo sin ética: "desde los abusos de una ciencia sin límites, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder".
En su encendida alocución, dijo también el Papa: "La universidad encarna un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías ni por servilismos a una lógica utilitaria de simple mercado, que ve al hombre como un mero consumidor". En este sentido, el pontífice pidió a docentes y estudiantes que recuperen el concepto de universidad como "un camino hacia la verdad". Porque es obvio que una excelencia académica capaz de producir profesionales excelentes en su especialidad, está lejos de garantizar la calidad interior y ética de las personas. Una universidad de verdad debe considerar al estudiante no sólo como un receptor del saber. El estudiante necesita una guía para su desarrollo espiritual, psíquico y ético. Tal es el ideal propuesto por Benedicto XVI en su alocución a docentes y alumnos.

domingo, 28 de agosto de 2011

LECTURA: ¿Derechos de autor?, por Ignacio Valente. El Mercurio, 28 de agosto de 2011.

No, no cuestiono los derechos de propiedad intelectual, sino otro derecho que ciertos autores (narradores) se arrogan, esta vez en su relación con el lector: el derecho a ser leídos más allá de las primeras veinte o treinta páginas de su relato, cuando éstas no le han suministrado el estímulo verbal suficiente para seguir leyendo. Como si el pobre lector tuviera, por su parte, el deber de hacerlo, en nombre de ¿la paciencia?, ¿la cultura?, ¿el precio del volumen?, ¿el masoquismo?
Cada vez me siento más intolerante al respecto, así se trate de autores famosos o sumamente recomendados. En las últimas semanas he dejado a medio camino -o mucho antes- obras de Julian Barnes y de Philippe Claudel, de Yasunari Kawabata y de John Updike.
Es cierto que incluso grandes escritores, como Balzac en algunas de sus novelas, nos llevan hasta el límite de la paciencia con su entrada morosa, sus antecedentes, sus presentaciones de lugar, tiempo y personajes, con sus preámbulos y preparativos del material. El mismísimo capítulo inicial de El señor de los anillos incurre, por motivos de erudición, en una falta de este tipo, y por eso recomiendo leerlo en diagonal, ojearlo o simplemente saltárselo. Pues el que tiene derechos adquiridos en este caso es el lector: ¡vivan los derechos de lector! Si el autor se lo quiere ganar, que se dé prisa en hacerlo cuanto antes, en interesarlo, ¡en atraparlo y no soltarlo, pues el lector es un espécimen esquivo por naturaleza!
Años atrás se me ocurrió que estaba tratando con frivolidad a los novelistas españoles del siglo XIX: tras haber cumplido con Pereda, Pérez Galdós o la Pardo Bazán mis deberes escolares de juventud, que no dejaron mayor huella en mí, decidí intentar de nuevo la lectura de alguna obra emblemática, y tomé la que pasa por ser la mejor de ese ciclo, La regenta de Leopoldo Alas, Clarín. Pues bien, a poco andar se me cayó de las manos. Nunca más he hecho el intento. Alguien -un alma de buena voluntad- me sugirió que volviera a hacerlo, por razones de... cultura general. ¡Qué inocencia, caramba! (Era una persona joven e inculta.) Tras agradecerle el consejo por motivos de buena crianza, tuve que decirle sin piedad: por favor, menos cultura y más placer, general o particular. ¡Pobres profesores de castellano! Y ¡pobres alumnos!
Yo no reivindico mi derecho de lector, a saber, el derecho a no aburrirme, en nombre de la entretención, sino de la literatura, y eso en la medida en que puedan separarse, porque nada hay más entretenido que la humanidad capturada dentro del lenguaje, la secuencia, los diálogos, los buenos caracteres...: la calidad literaria, en suma. De vez en cuando he incursionado en algún bestseller con fama de entretenido, pero no considerado de lleno en la categoría de literatura: no fuera a ser que estuviera yo cayendo en algún purismo académico (que me resulta odioso). Tomé el año pasado una exitosa novela de espionaje, cuyo título no recuerdo, aunque sí su famoso autor, John Le Carré. Pues bien, con todo respeto por los lectores que se entretienen con él, yo tuve que dejar aquel novelón antes de llegar a las treinta páginas: me aburrió porque, entretenido o no, y aunque bien redactado y quizá bien armado, carecía de esa entretención superior que es la calidad narrativa.
Yo disfrutaba mucho de la lectura y de la relectura en mis tiempos de crítica literaria semanal, pero a veces tenía que aburrirme por deber de estado, al hacerme cargo de obras renombradas que sobre la marcha me parecían deficientes, y que seguía leyendo -qué remedio- justamente para dejar constancia de sus carencias. Pero en los últimos años, libre ya de ese deber y leyendo por placer -aunque no sin espíritu crítico, espero-, ya no concedo a ningún narrador el derecho a aburrirme, así sea un Premio Nobel como Claude Simon, Naguib Mahfuz o Dario Fo si, tras un número prudente (y cada vez menor) de páginas, no logró cautivarme. Allá él. ¿Y si una novela cobra vuelo desde la página cien?, me preguntó alguien. Y yo: demasiado tarde, "que para tu voz dormida/ ya está mi puerta cerrada". A esas alturas el novelista perdió su derecho de autor.

jueves, 25 de agosto de 2011

PSICOLOGÍA: "Hacer ejercicio a diario mejora el ánimo de personas con depresión". El Mercurio, 25 de agosto de 2011.

Un estudio de cuatro años realizado por investigadores estadounidenses establece que la práctica diaria de ejercicio, en niveles moderados a intensos, puede ser tan útil como el uso de un segundo medicamento en casi la mitad de los pacientes con depresión en quienes el uso de un único antidepresivo no ha sido exitoso.
En la investigación realizada por un equipo de la Universidad de Texas, con financiamiento del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., a los participantes se les pidió realizar ejercicio sobre cintas para trotar, bicicletas estáticas o ambas cosas.
Además, llevaban un registro online de la frecuencia y duración de las sesiones, así como reuniones con un psiquiatra.
Al final del estudio, casi el 30% de los pacientes alcanzó una remisión completa de su depresión, y otro 20% mostró una mejoría significativa, según los autores. En promedio, los pacientes -con edades entre los 18 y 70 años- tenían un historial de depresión de siete años.
Moderado o intenso
"Muchas personas que empiezan a tomar un medicamento antidepresivo se sienten mejor después de haber comenzado el tratamiento, pero todavía no se sienten del todo bien o tan bien como lo estaban antes de que cayeran en una depresión", explica el director del estudio y profesor de psiquiatría, Madhukar Trivedi.
En cambio, los resultados del estudio sugieren que la adición de una rutina regular de ejercicio, en combinación con medicamentos prescritos por el médico, puede aliviar completamente los síntomas de un trastorno depresivo mayor.
"Este es un hallazgo importante, porque se ha visto que el tipo de ejercicio que se necesita depende de las características específicas del paciente, lo que demuestra que los tratamientos pueden necesitar ser adaptados a cada persona", precisa el especialista.
En el estudio, los autores observaron que el ejercicio moderado es más eficaz para las mujeres con antecedentes familiares de enfermedad mental, mientras que el ejercicio intenso es más útil para aquellas cuyas familias no tienen un historial de la enfermedad.
Por su parte, para los hombres el ejercicio intenso es el más eficaz, independiente de otras características del paciente.
La investigación, que fue financiada por el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., aparece en el último número del Journal of Clinical Psychiatry.

miércoles, 24 de agosto de 2011

ARTE: "Existe en "La última cena" de Da Vinci, una composición musical". Yahoo, 18 de agosto de 2011.

El músico italiano Giovanni Maria Pala, estudioso del famoso cuadro "La última cena", de Leonardo Da Vinci, está convencido de que dicha pieza esconde una partitura, esconde una partitura, un réquiem que bien podría ser un himno a Dios.
Considera el investigador que a través de las hogazas de pan que se encuentran en la mesa y las manos de los comensales (Jesús y los 12 apóstoles), publicó Yahoo en su Cuaderno de Historias, un artículo de Alfred López.
Pala lo demostró trazando las cinco líneas de un pentagrama, cruzando el cuadro y marcando cada elemento (panes y manos) como una nota musical, lo cual conforma una partitura con una pieza de 40 segundos.
En el primer intento no lo logró, pero decidió estudiar más profundamente el cuadro y consideró las manos de los apóstoles como notas, además de los trozos de pan e interpretó el pentagrama de derecha a izquierda, siendo coherentes con la forma que tenía Leonardo da Vinci de escribir.
El hecho de que los apóstoles representados en el cuadro se agrupen de tres en tres, le hizo pensar en la posibilidad de que el ritmo fuera 3/4, como mucha de la música del siglo XV.

domingo, 21 de agosto de 2011

LECTURA: "El príncipe destronado", por Miguel Delibes.

Quico es un niño de tres años, que ha pasado a segundo lugar luego del nacimiento de una hermana menor. El autor relata en tercera persona el transcurso de un día en casa de Quico, describiendo su comportamiento y haciéndonos imaginar su perspectiva de las cosas, en medio de cuatro hermanos, sus padres, y las empleadas de la casa. En su dificultad para no mojar sus pantalones, sus ocurrencias, su majadería para relatar lo que ha visto o le han contado, y hasta en sus mentiras, se trasluce un reclamo de atención, de cariño, y sobre todo una necesidad urgente de cercanía de la mano de su madre, como única arma para disipar todos sus temores. Recomendable, aunque menos que el anterior. Muy oportuno para madres que estén viviendo el nacimiento y primera infancia de un segundo hijo.

jueves, 18 de agosto de 2011

PSICOLOGÍA: "La felicidad en 12 preguntas", por Margarita Allende, Psicóloga PUC.

1) ¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD? En uno mismo. Tiene que ver con la actitud con la que enfrentamos la vida. No elegimos lo que nos toca vivir, pero sí cómo vivirlo.
2) ¿SE DESARROLLA? Todos los días. Vivir es caerse, levantarse e ir aumentando nuestra flexibilidad, optimismo y, muy importante, el humor. Dar sentido a cada cosa que uno hace y disfrutarlo, porque, al final, la felicidad es algo de cada instante.
3) Y ESTO, ¿CÓMO SE HACE? Viviendo, la experiencia enseña. Vivir con realismo te hace más feliz, porque la vida se compone de momentos felices y tristes. La felicidad tiene que ver con enfrentar la vida de manera realista. La vida está hecha de buenas y malas elecciones, y cada uno es dueño de hacer y de vivir la propia vida.
4) ¿TIENE QUE VER CON ALCANZAR METAS? Sí, pero también tiene que ver con trascendencia.
5) ¿LA INSEGURIDAD FRENA…? En la vida tienes dos alternativas: hacerle caso a tu inseguridad, que te limita, o ser dueña de ti misma y de tu vida… Ahí está la decisión. Tú puedes manejar tu vida con las fortalezas y las debilidades y decidir cómo vivir y cómo hacer frente a los problemas, ahí está la felicidad.
6) ¿LA BELLEZA Y LA SALUD DAN FELICIDAD? Las mujeres nos estamos tragando que la estética es esencial para ser feliz. Como si tuviéramos como mujeres perfectas, negando la realidad que implica el paso del tiempo. Es bonito cuando el cuerpo se gasta por haber vivido tanto.
7) ¿UN LIBRO…?Dos. “La vida lograda”, de Alejandro Llano; y “La mujer” de Edith Stein. El primero hace un planteamiento muy realista de lo que es la vida y lo que es la felicidad, y el segundo habla de la mujer y de su trascendencia en esta vida.
8) ¿PARA EL CANSANCIO? Dormir, hacer deporte y estar con quienes queremos.
9) ¿PARA EL AGOBIO? Reflexionar, pensar y preguntarnos qué nos afecta y como solucionarlo.
10) ¿PARA EL DESÁNIMO? Disfrutar de las cosas pequeñas del día y ser positivas.
11) ¿AUSENCIA DE INCENTIVOS? Soñar un poco y fijar proyectos alcanzables.
12) ¿ANTE UN FRACASO? Asumir con responsabilidad y corregir. Darse cuenta de nuestras imperfecciones ayuda a mejorar.

LECTURA: "Señora de rojo sobre fondo gris", por Miguel Delibes.

Un prestigioso pintor, sumergido en una crisis creativa, relata a su hija los recuerdos de su mujer ya muerta. La narración muestra el contraste entre su propia forma de ser y la de su señora, quien -llena de vitalidad- siempre había sido un motor para su vida. Dotado de detalles muy humanos, el relato retrata magistralmente a la mujer y nos hace hasta admirarla y quererla junto a su marido. Uno de los peores episodios que a él le toca vivir es el momento en que otro pintor la retrata en "Señora de rojo sobre fondo gris"; se recrimina por no haber sido él quien captara la esencia de su propia esposa. Sin embargo, en este monólogo él se redime, con un cuadro de las mismas tonalidades, pero que supera al primero, pues se trata de la vida misma. Muy recomendable.

jueves, 11 de agosto de 2011

TECNOLOGÍA: "Cómo internet está cambiando nuestra manera de pensar", por Sebastián Urbina. El Mercurio, 11 de agosto de 2011.

Es una de las actividades que quizás se está haciendo más rutinaria en la sociedad actual. Pero el escritor estadounidense Nicholas Carr cree que cuando alguien navega por internet, la realidad es que queda atrapado en un remolino de información que, a lo largo de una cadena enorme de links, arrastra al usuario -apelando a su curiosidad- a una interminable búsqueda que le hace perder el tiempo y le impide profundizar en el tema que le interesa.
El límite entre una internet que soluciona nuestras dudas con un simple clic en el mouse y otra que fomenta el picoteo rápido y distraído de pequeños fragmentos de información sacados de múltiples fuentes, no es claro para Carr, aunque para él la red tiende a favorecer la segunda alternativa. Así lo plantea en su libro "¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?", best seller de The New York Times, finalista del premio Pulitzer 2011 y que ya se vende en Chile.
Y aunque la polémica hipótesis de Carr cuenta con muy buenos argumentos, no todos la comparten. Los especialistas tienden a la moderación del "ni tanto, ni tan poco", y apuestan por informar y educar a las personas para hacer un mejor uso de la red.
Como el embarazo
"Quienes la usan bien, le pueden sacar gran provecho a internet, tanto en amplitud como en profundidad de la mirada", dice el psicólogo Max Möller, del Centro Terapéutico Cetep. En su opinión, esta tecnología ha reducido la capacidad de concentración de los más jóvenes, lo que los lleva a aburrirse y no leer. Pero también es un convencido de que eso se puede educar.
"Creo que lo mejor es informar de lo que sucede con internet", dice la neuróloga María Isabel Behrens, jefa de la Unidad de Trastornos Cognitivos de Clínica Alemana. Para ella las cosas dependen del contexto en que se dan: "A lo mejor cuando se publicaron los primeros libros hubo una discusión sobre que los niños se dedicaban a leer y no salían a jugar o a cazar".
En opinión de Behrens, hay cosas que no cambian. Hoy puede haber un acceso muy fácil a la información, pero las ideas y conceptos nuevos tienen su velocidad propia. "Es como el embarazo, que sigue durando nueve meses a pesar de los grandes progresos de la medicina. Uno puede decir que gracias a internet hay un aumento en el número de documentos y publicaciones, pero no sé si ha mejorado la calidad del contenido", advierte.
En el caso de los jóvenes, según Möller, al estar en una etapa de búsqueda de su identidad, su interés por ser parte de un grupo y acercarse a sus pares, los lleva a abusar de esta tecnología (ver recuadro).
Por eso, limitar el tiempo de uso de la red es una medida necesaria para que los adolescentes socialicen en persona con su familia y sus pares. "Al envejecer uno se hace más selectivo y maneja estas tecnologías a gusto. Por ejemplo, desconectar el teléfono", concluye Behrens.

El riesgo de adicción
Para el psicólogo Max Möller, la adicción a internet involucra el comportamiento de la persona y es tan grave como las drogas. "En Corea este problema se les ha disparado", dice. Por esto ahora existen talleres de prevención escolar, donde se realizan diferentes actividades y los profesores son los encargados de detectar los casos más graves. En EE.UU., en tanto, existen residencias campestres donde se estimula el contacto con la naturaleza, con excursiones y trabajando la tierra.

TECNOLOGÍA: "Vivir conectados a internet, mail y redes sociales está cambiando nuestro cerebro". El Mercurio, 12 de junio de 2010.

Estudios revelan habilidades que hemos ganado y otras que están en retirada:

Investigaciones muestran que el constante estímulo que recibimos desde dispositivos en línea y aparatos digitales tiene un impacto a nivel cognitivo.
Paula Leighton N. Suena el despertador y Carlos Verdugo (37, publicista), retoma la vida en línea. "Lo último que hago al acostarme es ver el mail, Twitter o Facebook, y al despertar vuelvo a revisarlos en el iPhone", cuenta.

Entre su casa y la oficina, Carlos suma cuatro computadores, tiene un blog, 1.209 amigos en Facebook, cerca de 1.100 seguidores en Twitter, una cuenta en Flickr, canal en YouTube, una cuenta en Foursquare y otras tantas en redes, cuyo nombre aun conoce sólo un puñado de personas. La hiperconectividad es lo suyo. Se define como un "early adopter". Su primer correo electrónico data de 1996, "cuando había que llamar por teléfono a la persona para avisarle que le habías mandado un mail", recuerda.

Su hija Camila (14) sigue sus pasos, y su hijo Carlitos, de 1 año 3 meses, ya es capaz de desbloquear el iPhone y poner música. "Sólo mi señora es 1.0", ríe.

Carlos y su familia podrían ser la sinopsis de un nivel de hiperconexión que está a la vuelta de la esquina.

El impacto -positivo y negativo- de estar siempre en línea no sólo se está reflejando en las relaciones interpersonales y laborales. También el cerebro acusa cambios.

"Las tecnologías que usamos para encontrar, almacenar y compartir información pueden, literalmente, reenrutar nuestras vías neuronales", resume Nicholas Carr, experto estadounidense en las implicancias sociales y económicas de la tecnología, quien acaba de publicar "The shallows", un libro donde analiza "lo que internet le está haciendo a nuestro cerebro".

Según Carr, mientras en la era del libro impreso el cerebro humano se adaptó para focalizar la atención, promoviendo el pensamiento profundo y creativo, la era de internet nos ha acostumbrado a digerir sólo pequeños fragmentos de información.

"Nos estamos volviendo más adeptos a procesar información superficial y rápidamente, y estamos perdiendo nuestra capacidad de concentración, contemplación y reflexión", alerta.

Las consecuencias son variadas. En el trabajo, un usuario estándar de computadores cambia de ventana o revisa su email casi 37 veces por hora. Una hiperactividad que se traspasa a otros planos. "Las personas multitareas no pueden apagar esta tendencia cuando no están haciendo múltiples tareas", dijo a The New York Times Clifford Nass, quien ha investigado el fenómeno en la Universidad de Stanford. El resultado: una distracción permanente.

Un estudio del University College of London difundido en febrero comparó a adultos y adolescentes que buscaban información en internet. Para contestar, los jóvenes de 12 a 18 años recurrieron a la mitad de las páginas web que los adultos y dedicaron una sexta parte del tiempo que éstos. Una ventaja cuestionable, considerando que sus respuestas resultaron más incompletas. "Los adolescentes están perdiendo la capacidad de leer y escribir textos largos", fue una de las conclusiones del estudio, dirigido por el profesor David Nicholas.

Recableando el cerebro

Para Carlos no es raro. "Cuando se inventó la imprenta aparecieron las críticas porque se iba a acabar la tradición oral que transmitían los juglares. Y así ocurrió, pero evolucionamos. Ahora la gente lee menos o lee distinto, pero obtiene otras cosas que antes no tenía".

¿Será que a futuro no podremos leer de corrido un capítulo de un libro? En realidad no. "La plasticidad del cerebro permite que se modifique de acuerdo a las circunstancias que nos toca vivir", dice el doctor Francisco Aboitiz, jefe del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la U. Católica. Recuperar la capacidad de concentración es cosa de práctica. La hiperconexión, en tanto, nos aportará otras habilidades, dice.

"Llegaremos a tener una capacidad muy grande para hacer rápidos cambios atencionales y cognitivos frente a diversos estímulos; vamos a procesar la información más rápido, aunque tal vez nos volvamos menos perseverantes. Pero así es a medida que la historia evoluciona. Siempre nos vamos adaptando", concluye Aboitiz.

16,7 millonesde celulares existen en Chile. Prácticamente uno por persona.6,2 millonesde usuarios chilenos registraba Facebook en abril de 2010. La mayor penetración en la región (37,2%)2 millonesde conexiones a internet tiene el país según la Subtel. Esto equivale a 40% de los hogares. 500 mileran los abonados a internet móvil en febrero pasado.

Efectos

Imágenes cerebrales muestran que los usuarios de internet son más eficientes buscando información y que ciertos videojuegos desarrollan la agudeza visual.

jueves, 4 de agosto de 2011

CULTURA: "Chile gotea", por Cristián Warnken. El Mercurio, 4 de agosto de 2011.

¿Hay algo más chileno que una gotera? En "Días de campo", del cineasta Raúl Ruiz, una misma gotera, persistente y ubicua, va cambiando de lugar por las distintas "alas" de una amplia casa de adobe en el transcurso de la película. La gotera opera ahí como metáfora de un mundo rural en el que sobrevivíamos muy bien entre nuestra atávica precariedad y azar mágico ("será de Dios..."). Probablemente muchos chilenos trasplantados a otros países del mundo deben echar de menos esas goteras de las viejas, grandes y sombrías casas de amplios corredores. No sé si habrá goteras alemanas o suecas, pero no deben ser iguales a las nostálgicas goteras nuestras.

Me parecía que no iba a volver a escuchar nunca más el característico sonido de una de esas goteras que forman parte de nuestra infancia, cuando una gota cayendo dentro de un tiesto o "cacharro" podía concentrar la atención de un niño en la noche. En este Chile que quiere aspiracional y a veces presuntuosamente entrar en las grandes ligas, ese al que cada cierto tiempo le gusta verse narcisistamente en rankings y encuestas internacionales, una gotera sería mal vista. Sería mostrar la hilacha.

Por eso me sorprendió volver a encontrarme con estas atávicas compañeras de los inviernos fríos y monótonos de la zona central en un concierto de cámara en el Museo de Bellas Artes de esta ciudad. La invitación y el evento en cuestión eran dignos de elogio: un programa musical atractivísimo (Bach, Stravinsky y Beethoven), dirigido por un gran director chileno de trayectoria internacional. Un concierto gratuito, en un espacio público cargado de historia: el templo republicano de las Bellas Artes, de esos que levantaron en nuestro siglo XIX nuestros visionarios para los que la palabra "cultura" era más que una frase de llamada.

Pero el frío era mortuorio. Nada para calefaccionar, ni siquiera una criolla estufa a parafina. Afuera llovía, y la sala estaba "de bote a bote". Había un frío de morgue o de internado. Un frío muy santiaguino que cala hasta los huesos. Ahí, bajo la magnífica bóveda de vidrio y entre esculturas muy clásicas (que también parecían muertas de frío), la orquesta de cámara y el director, con todo su ímpetu de poseído por la música, no lograban derrotar a ese frío atávico. Los instrumentos comenzaron a desafinarse, y los heroicos violinistas y los chelistas de mágicos dedos ateridos parecían en cada movimiento de las partituras congelarse como extras de una pesadilla surrealista.

De pronto, el paciente director alzó, inquisitiva, su mirada hacia el techo. ¿Buscaba talvez la fuerza o el auxilio de la musiquilla de las altas esferas? No. Miraba estupefacto cómo desde la magnífica cúpula caían desvergonzadas, felices de encontrarse en este solemne escenario, las clásicas goteras chilenas. ¡Una seguidilla de pérfidas goteras en pleno allegro o adagio de una sinfonía de Beethoven! "La tempestad" de Beethoven no pudo llegar a su fin, hubo que terminar antes el concierto. Las goteras caían en gloria y majestad sobre nuestras cabezas, no como la metáfora de un mundo provinciano y perdido, sino como la prueba irrefutable de que nos está lloviendo sobre mojado. Esas goteras cayendo sobre las cuerdas y teclas de una impecable orquesta de cámara se me impusieron como el signo de una decadencia silenciosa, que detrás de las fachadas develaba las grietas de nuestra excelencia hecha pedazos.

Y tuve una visión o epifanía "chilensis": sentí que esa gotera no estaba sólo cayendo dentro del Museo de Bellas Artes, sino también de La Moneda, del Congreso y de las apolilladas sedes partidistas de distinto signo, por los intersticios de las instituciones de una República sin dirección, un barco a la deriva y a punto de naufragar en un mar de chascarros, chambonadas y desprolijidades sin nombre. Gotera País, gotera.cl, gotera chilena 2.0...

viernes, 22 de julio de 2011

EDUCACION: "Orfandad de la juventud", por Juan de Dios Vial Larrain. El Mercurio, 14 de julio de 2011.

La Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile convocada por su presidente, el profesor José Luis Cea, a reflexionar en común sobre la situación que está viviendo el país, reunió a quince de sus miembros en un notable encuentro en el que se oyeron opiniones francas, diversas, respetuosas, dentro de un clima que puede llamarse de amistad cívica, a partir de dos breves punteos de los académicos Enrique Barros y Pedro Morandé.
Alguien me pidió recoger una opinión que entonces me permití emitir. Creo que Chile, casi como nunca, puede decirse que está hoy muy bien en aspectos fundamentales. Con una economía sólida y muchas expectativas, después de soportar un terremoto terrible. Con equilibrio político después de dos graves crisis en este plano.
No obstante, reina algo que ha sido llamado un "malestar", a mi entender inapropiadamente por la carga semántica que Freud imprimiera a la palabra. Diría mejor un desconcierto, una preocupación dominante. En ella creo reconocer algunas causas políticas inmediatas que son bien visibles. Pero otras, que quizá no se divisan a primera vista y que son más bien de índole moral, o cultural, si se quiere.
En el nivel político, pena en la Concertación un resentimiento no superado por su derrota. Y, en el Gobierno, la dificultad para articular políticamente aquella competencia que pareciera ser la más propia suya: la capacidad de gestión.
En lo profundo, en el orden que he llamado moral o cultural, los recientes episodios de La Polar y del movimiento de los estudiantes, me parecen altamente sintomáticos. El caso de La Polar, con claro parentesco con la crisis del subprime en Nueva York, abre una interrogante seria al capitalismo liberal. Confío en que éste puede darle respuesta, aunque sospecho que todavía no parece saber cuál. Está en juego, justamente, el individuo. Se lo ve entregado a maniobras del engaño, como las que se practican en juegos de cartas que sólo buscan ganar. En duda la clave del sistema, el ejercicio real de la libertad. En un mundo plural, desigual, atravesado por corrientes de ideas, por imágenes turbadoras, por intereses desatados, por ilusiones y frustraciones.
El caso de los estudiantes es quizás más grave. ¿No resulta paradójico, acaso, una convocatoria multitudinaria, como la que se ha visto a lo largo de Chile mediante un uso alienante de redes comunicacionales, para decir cosas que hasta pueden parecer delirantes? ¿De qué se trata? Me atrevo a decirlo con fuerza: de una orfandad de la juventud. El gesto de la juventud quisiera ser alegre y pacífico, pero es desesperado.
La juventud hoy no tiene orientación, no tiene quién la guíe, no sabe bien adónde ir. Desde luego, no la orientan los partidos ni los políticos; pero tampoco los intelectuales, ni la Iglesia; ni los sindicatos, ni la familia; por cierto, tampoco la pantalla de televisión ni los best sellers. Entonces, la juventud magnifica su estado, se encierra en grupos estrechos mágicamente controlados o se diluye en grandes masas. En el fondo, sólo cree en sí misma. Pero ésta resulta ser quizá la más vacía de sus creencias, la fantasmal belleza de una real soledad.
Recuérdese el mapa de la dirigencia del movimiento juvenil que presentó "El Mercurio". Había un DC, un PPD, un PS, un UDI y nueve PC. Había 13 con orientación de izquierda y poco más de independientes. ¿Están mandando los comunistas? Probablemente, pero por una buena razón: porque son los que tienen todavía una añeja fe y una seria disciplina, de las que los demás carecen.
¿No es triste saber que hoy los jóvenes, en el fin de semana y en sus vacaciones, viven de noche? De la medianoche en adelante, en la oscuridad de sus sombras, acunan sueños. Viven una realidad cargada de romanticismo y angustia. En ella late un anhelo que, por su esencia, no sienten ligado al dinero, pero que sólo presienten y a veces con puro rencor. Aturdidos por la pasión o por el ruido, por el oscuro fuego de la vida o por la droga. Usan muy vagamente fórmulas, cargadas no obstante de sentido. Así, "calidad de educación" que solamente saben que no la tienen. O "igualdad" que no está dada por la competencia, ni por una seudovoluntad autónoma de cada individuo o de la masa.