jueves, 8 de septiembre de 2011

LECTURA. "Madame Bovary" de Gustave Flaubert.

Se considera ésta como precursora de la novela moderna, debido a un nuevo modo de narrar: un narrador omnisciente muestra a los personajes desde ellos mismos y desde su forma de actuar.
Madame Bovary es una manera de ver la realidad, mucho más allá de su caso particular como personaje. Una mujer que a menudo se asoma a la ventana, que siempre tiene la vista puesta en otra cosa, que sueña con situaciones inalcanzables, y por lo mismo vive su propia vida con una constante e irremediable insatisfacción. Sus decisiones son impulsadas por un afán de huída: se casa sin saber siquiera si hay amor, sólo para salir de su hogar; cae en el adulterio sin quererlo realmente, sólo para escapar de la rutina de su matrimonio. Siempre piensa que arrancando llegará a aquella felicidad con que sueña, pero cuya definición ni ella misma conoce. Ansía por naturaleza y en forma perpetua lo que no tiene.
Mientras Emma representa una caricatura de la pasión, carente de cualquier centro, su marido Charles representa también una caricatura, pero de la rectitud y de la justicia, carente de cualquier impulso imaginativo o pasional. Ambos, en su extremo, actúan como ciegos. Charles no ve a Emma, no sospecha lo que le sucede. Emma no ve lo que tiene ni las consecuencias de lo que hace, hasta que ya es demasiado tarde. La religión también aparece en la novela caricaturizada. Se trasluce una mirada escéptica de la realidad en el autor, una ceguera tal vez como condena de la naturaleza humana. A pesar de esto y de las florituras de un estilo que se nos hace ya lejano, la novela es muy recomendable y plantéa, entre otras cosas, el problema de la ingratitud y de la voluntariedad de un hombre sin referente.

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